martes, 7 de mayo de 2013

Tema 6. Jaime II y la conquista del Reino de Murcia


1.   La conquista castellana
Ibn Hud, el rey de Murcia, acepta las condiciones de vasallaje a la Corona de Castilla, convirtiéndose así en un protectorado castellano gracias a la firma del pacto de Alcaraz en 1243. Las condiciones fijadas en el pacto de Alcaraz eran la entrega de la mitad de las rentas[1], apropiación de algunas fortalezas de mayor relevancia, a cambio de mantener sus usos y costumbres. No todos los caudillos aceptaron de buen grado este vasallaje (Lorca, Cartagena, Mula, Orihuela o Alicante), y estas plazas fueron ocupadas por la fuerza.
Como no todas las ciudades se entregaron, el aún infante Alfonso forzó la emigración hacia el sur de aquellas ciudades que habían planteado resistencia a las tropas castellanas. En estas zonas fue donde los castellanos procedieron a reemplazar la población que había sido obligada a abandonar con pobladores cristianos, ocupando las casas y las tierras mediante repartimientos oficiales. Aquellas que reconocieron sin ningún problema el vasallaje los castellanos enviaron solamente una pequeña guarnición.
En Orihuela llegaron los primeros cristianos en 1243-44 pero sucesivamente se produjeron numerosos repartimientos tras la revuelta mudéjar de 1264-65, llegando nuevos repobladores. En el caso de la villa de Alicante, tras la conquista de la ciudad por las armas, inmediatamente se la dotó de las instituciones y de la organización municipal, un amplio alfoz o término municipal en 1262.[2] Su principal carta legislativa fue el Fuero de Córdoba. Al frente del castillo se estableció un alcaide designado por el propio rey, pero también tendrá un juez, un almotacén, un escribano, etc. Será importante, dado su carácter de conquista, la gran ocupación cristiana, cuyos cargos administrativos fueron sustentados por caballeros o burgueses. Aunque en un principio la mayoría pertenecía al ordenamiento militar, más tarde se añadieron artesanos, clérigos, labradores, a las que se les dota de numerosas concesiones reflejadas en el Libro del Repartimiento de Alicante. No obstante, no interesaba la completa expulsión de musulmanes por su interesante aportación económica.
La frontera norte del Reino de Murcia alcanzaba hasta el Júcar en el Tratado de Almizra.

2.   La crisis dinástica castellana

El problema dinástico surgió en Castilla tras la muerte del sucesor de Alfonso X, Fernando de la Cerda, que muere en 1245 antes que su padre. Esto tendrá consecuencias en el Reino de Murcia por parte de Jaime II de Aragón[3]. Los reyes de Aragón apoyaron las aspiraciones del hijo de Fernando de la Cerda, Alfonso, pero a Alfonso X le sucederá su hijo Sancho. Los monarcas aragoneses darán refugio a los infantes de la Cerda, a cambio de este apoyo, Alfonso de la Cerda estableció con los reyes aragoneses tres pactos secretos por los que le cedía a Aragón el Reino de Murcia.
En el año 1288 don Alfonso juró como rey de Castilla y León, el rey aragonés envió numerosos despachos a las altas dignidades castellanas ricos-hombres y caballeros, para que tomaran las armas contra Sancho IV, sin embargo, ese apoyo quedó en un segundo plano cuando Jaime II subió al trono y firmó una concordia con Sancho IV en la que el monarca aragonés aceptaba un compromiso matrimonial con la infanta Isabel de Castilla y Sancho IV le entregaba como dote el Reino de Murcia, pero poco tiempo después, el rey castellano estableció una nueva alianza con Francia y Jaime II solicitó declarar nulo el compromiso matrimonial. La reapertura de las hostilidades entre Aragón y Castilla, convenció a Jaime del error de alianza con los castellanos y decidió apoyar con más resolución al infante de la Cerda. Pero la circunstancia que permitió iniciar la conquista de Murcia fue la situación caótica que se vivió en Castilla tras la muerte de Sancho IV. Le sucede su hijo Fernando IV cuya legitimidad fue puesta en duda por su tío el infante don Juan[4]. Muchos en Castilla volvieron sus ojos hacia Alfonso de la Cerda. Este llegó a un acuerdo con Jaime II y el infante don Juan, que fue el paso previo al inicio de las hostilidades. El infante don Juan tomó el título de rey de Galicia, León y Sevilla. Alfonso de la Cerda se tomaba el título de rey de Castilla y Jaime II se quedaba con el Reino de Murcia.
Jaime II no inició las hostilidades contra la frontera castellana, sino que se dirigió hacia Murcia. En poco tiempo todo el reino cayó en el dominio de la Corona de Aragón excepto Lorca y Alcalá, las hostilidades se iniciaron en 1296 y estas dos fortalezas cayeron en 1300. La intención de Jaime II no era la de dividir el reino sino incorporarlo íntegramente a la Corona de Aragón. Al mismo tiempo Jaime II reforzó su alianza con el rey de Francia a través de una alianza matrimonial para atraerse al monarca, a la causa del infante de la Cerda. Pero el Papa confirmó la legitimidad de Fernando IV, legalizando el matrimonio de su madre. La causa de Alfonso de la Cerda comenzó a perder seguidores, Alfonso solicitó a Jaime que tomara las armas a su favor pero el monarca aragonés empezó a ver a Fernando IV como el rey legítimo, y la paz entre ambos podría asegurarle la posesión legítima del reino recién conquistado.
Así se llegó al tratado de Ariza en 1303. Jaime II y representantes de Fernando IV accedieron a conceder a Alfonso de la Cerda ciertos territorios, villas y castillos para que no plantease problemas de legitimidad del trono. El dominio de Murcia quedaría resuelto enana sentencia arbitral dallada por el rey de Portugal y dos jerarcas eclesiásticos de modo que la Sentencia arbitral de Torrellas de 1304 supuso la división del Reino de Murcia entre Castilla y Aragón siendo el río Segura el límite divisorio.

3.   La conquista del Reino de Murcia

Aprovechando la crisis dinástica de Castilla, Jaime II trató de hacer real un viejo sueño de la Corona Aragonesa, continuar la expansión territorial hacia el Reino de Murcia para entrar en contacto directo con el sur peninsular. En primer lugar despacho varias cartas con los Alcides de los castillos del Reino de Murcia exigiendo su cesión en homenaje feudal, como justificación Alfonso de la Cerda rey legítimo se los había cedido. La respuesta de los alcaldes castellanos de Alicante y Orihuela fue negativa por lo que Jaime recurrió a las armas.
Jaime se lanzó a la conquista de la villa y el castillo de Alicante. Tras una lucha reñida dio muerte al alcalde de Alicante, Nicolás Perez cuyo cadáver fue arrojado a las bestias. Tras la conquista Jaime II nombró nuevos cargos municipales como el alcalde, baile, justicia… colocando a fieles servidores. Realizó importantes donaciones y concedió heredades a los caballeros que más se habían distinguido en el combate. Se ocupó de los diferentes grupos étnicos y confesionales que integraban la villa, castellanos, catalano-aragoneses, sarracenos y judíos, legislando a favor de todos. Con respecto a los catalano-aragoneses Jaime II dispuso que se les devolvieran los bienes confiscados a la causa de Aragón, con los sarracenos ordenó que se les respetasen sus bienes y a los judíos les dio franquicias y fueros. Pocos días más tarde se dirigió al sur para incorporar todo el reino.
El castillo de Guardamar se rindió sin resistencia. Almoradí sufrió un sitio de tres días al cabo de los cuales se entregó a la soberanía de Aragón. El cerco más difícil fue el de Orihuela, tras varios días de asedio Jaime II propuso al alcaide la entrega pacifica de la villa, pero transcurridos diez días el alcaide no se rindió, de manera unilateral. Jaime II fijó un plazo de treinta días para que se entregara de lo contrario ocuparía la villa por las armas. En caso afirmativo se le confiscarían sus bienes y sería desterrado. En la fecha precisa, 21 de junio, el alcaide entregó la villa al rey. Durante el asedio de Orihuela, se tomó Callosa del Segura y Abanilla en el mes de Mayo. La conquista de Orihuela supuso una baza importante en el plano estratégico. A partir de aquí, las conquistas se realizaron con cierta facilidad por las cuencas alta y media de los ríos Mundo y Segura. Hasta llegar a la capital murciana en ese mismo año de 1296.
Pero entre los términos concejiles de Elche y Orihuela había un amplio territorio poblado por mudéjares con una autonomía propia. Estamos hablando del señorío de Crevillente gobernando por un ra’is. Se trataba de un señorío musulmán que comprendía lugares y villas como Crevillente, Cox, Albatera, Aspe, Chinosa y Monovar, a los que Jaime II añadiría Beniopa. Las relaciones amistosas de la Corona de Aragón con el arraez de Crevillente eran antigua, se iniciaron con Pedro III y las continuo Jaime II. El ra’is reconoció de inmediato a Jaime como soberano del Reino de Murcia y el rey le recompensó con amplios privilegios además de enviarle a un caballero, Fernando Garcés de la Rueda como procurador suyo, para recibir homenaje de fidelidad de los sarracenos y castillos de Aspe, Monovar, Chinosa.
En cuanto a Murcia, la capital del reino, poseía dos castillos, uno en el extrarradio conocido como castillo de Monteagudo y otro en el casco urbano que era la residencia del adelantado de Castilla, que era el representante del rey. Una y otra fortaleza resistieron el avance aragonés debiendo negociar su capitulación después de un largo asedio. El castillo de Monteagudo capituló primero permitiendo al monarca aragonés penetrar en la ciudad pero no conquistarla por completo. Quedaba la fortaleza urbana pero el alcaide castellano se negó a entregarla. Jaime pensó que una conquista militar perjudicaría la población y se decidió por la negociación. El alcaide finalmente entregó el castillo lo que permitió la conquista total de la capital y la ocupación posterior de todas las fortalezas con asedios más o menos duraderos. Es el caso de Caravaca o Mula. A partir de aquí se ocupó de la organización administrativa de la ciudad, confirmó los cuadros municipales cuando el concejo no se opuso por las armas o cuando se acaba aceptando la soberanía tras negociaciones o capitulaciones, como es el caso de Orihuela.
En cuanto al señor de Elche el proceso fue muy parecido al ya mencionado para los lugares importantes del reino. En primer lugar hubo negociaciones, después un asedio armado y finalmente la capitulación o rendición, soliendo alternarse la negociación con la fuerza. Nada más conquistar Alicante, Jaime II le hizo saber al merino mayor del noble Don Juan Manuel, señor de Elche, que acatase su soberanía. Hubo intercambio epistolar durante las negociaciones pero también entrevistas personales, prorrogando de este modo la tregua inicial. La resistencia de don Juan Manuel se debía que era descendiente directo de la dinastía castellana. Por lo que era difícil que le diera la espalda a sus sentimientos castellanos y prestara homenaje a un aragonés. También se añadían los intereses señoriales. Pasado el plazo Jaime II pasó ala acción. Iniciando desde Orihuela una campaña militar, originando una guerra abierta y sin cuartel, pretendía causar el mayor número de daños tanto a bienes como a personas.
Incluso el propio rey inició los asedios a la villa de Elche, pero ante la resistencia los ilicitanos se llegó a un acuerdo firmando una tregua de siete años, por la que finalizaban los combates y el señorío pasaba a manos aragonesas aunque permaneciendo en beneficio de don Juan Manuel, siempre que reconociese la soberanía aragonesa antes de que acabase la tregua. Pero no lo reconoció y no le fue devuelto el señorío. Aun así se firmó una nueva tregua por la que el señorío pertenecía a Aragón y don Juan Manuel obtenía algunas rentas y derechos. El noble solo aceptó la soberanía de Aragón y por tanto recuperó el señorío con la Sentencia arbitral de Torrellas en 1304.

4.   La procuración de Orihuela

Concluida la conquista del reino, a finales del 1300, una serie de circunstancias politicas y religiosas consagraron a Jaime II el retorno de la paz de Castilla. Estas circunstancias fueron, la legitimación de Fernando IV por parte del Papa Bonifacio VIII, la amenaza de rebelión de la alta nobleza de Aragón y otros asuntos de política internacional, en concreto el dominio de Sicilia.
El nombramiento de una comisión de arbitraje fue un medio que aceptaron ambas partes, Castilla estaba recuperada de las crisis, la comisión fue formada por el infante don Juan Manuel, por parte de Castilla, el arzobispo de Zaragoza, Jimeno de Luna, por parte de Aragón y el rey de Portugal, don Dionisio. El fallo de esta comisión se conocer como La sentencia arbitral de Torrellas de 1304.
El resultado fue la partición del Reino de Murcia fijando los límites generales como frontera el cauce bajo del río Segura con la excepción de Guardamar y Cartagena. La sentencia no especificaba cual era la frontera entre Castilla y Aragón, desde Villena hasta el río Segura.
Ante este embrollo fronterizo se creó otra comisión real integrada por Diego García, que era el canciller mayor de Castilla y Gonsalvo García consejero real de Aragón que se reunieron en Elche para afrontar el establecimiento de los mojones fronterizos. Y la cuestión de Yecla. Castilla la quería para si ya que era una villa del infante don Juan Manuel. El resultado fue una línea fronteriza irregular en la que Caudete seria para Aragón y Almansa y Yecla para Castilla, que finalmente recuperaría Cartagena. Pero los lindes materiales no se precisaron con exactitud, originando frecuentes conflictos comunales. Esta solución se conoce como el Acuerdo de Elche 1305.
Las nuevas tierras se incorporaron a la Corona de Aragón y fueron anexionadas al Reino de Valencia formando un territorio conocido como Ultra Sexonam o Más allá de Jijona, conformado por poblaciones situadas entre Villena, Jijona y Villajoyosa hasta el Bajo Segura y Orihuela incluyendo Caudete y Jumilla. Este territorio estaba gobernado por un procurador general que tenía un lugarteniente en Orihuela o Procuración de Ultra Sexonam que es la misma denominación que se le dio al Baile General del Reino de Valencia.
La guerra castellano-aragonesa había originado numerosos daños materiales por o que tras la paz, Jaime II tuvo que atender a la restauración de Castillos, torreones y murallas. La siguiente tarea fue reorganizar administrativamente la nueva configuración, dotando a sus lugares y gentes de una nueva normativa legal o fueros, abandonando los otorgados por Castilla al Reino de Murcia. También franquicias, la exención de algunos impuestos para promocionar a los municipios, y la recepción de ingresos comunales. También estableció los productos que no se podían exportar fuera de la Corona, cosas vedades, también la competencia judicial del Baile General y del Justicia.
La empresa más destacada de Jaime II fue la de dotar a la  procuración de nuevos fueros y normas, aplicando el fuero del Reino de Valencia sin que supusiese un incremento de las cargas fiscales. En 1308 es cuando estos territorios pertenecerían legalmente al Reino de Valencia. La procuración se mantendría sin modificaciones hasta que a mediados del siglo Pedro IV realizase modificaciones entre ellos el de introducir la expresión “Gobernación de Orihuela” en 1363. Esta gobernación tendrá continuidad hasta comienzos del S XVIII que será abolida con los decretos de Nueva Planta.



[1] El resto irían a parar a Ibn Hud y otros arraiz o caudillos de la región.
[2] Incluía Novelda, Aspe, Bussot y Aigües y Agost.
[3] Los problemas hereditarios, es que pueden heredar los hijos del sucesor y por otro lado el hermano del sucesor, Sancho IV que será el elegido.
[4] Sancho IV se casó con María de Molina en segundas nupcias, sin haber recibido la nulidad matrimonial por parte del Papa de su primer matrimonio, muriendo antes de recibirla.)

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