Las causas del desarrollo
económico valenciano duante la segunda mitad del siglo XIX se debió a tres
aspectos: la expansión agrícola, los nuevos negocios especulativos entre los
que se encontraba el desarrollo del ferrocarril y el inicio del proceso de
industrialización.
En las décadas centrales del
siglo XIX, de 1840 a
1870, se dio un momento decisivo para la evolución agraria valenciana. Se
produjeron grandes cambios en la estructura de la propiedad de la tierra,
entrando nuevas tierras en el mercado por las desamortizaciones. Además, se produjo
una expansión de cultivos como el naranjo o la vid, lo que permitió a su vez la
expansión de una agricultura comercial. Todo ello permitió la consolidación de
una burguesía terrateniente agrocomercial, dedicada a una agricultura
eminentemente comercial, que se constituyó en un sólido pilar de apoyo del
liberalismo moderado.
En las décadas centrales del
siglo XIX se fue configurando esta burguesía, con una procedencia heterogénea.
Así, en algunos casos provenía de antiguos enfiteutas que habían podido acceder
a la tierra y se habían enriquecido, mientras que también había antiguos nobles
aburguesados, dedicados a los negocios, que solían ser miembros del Partido
Moderado. Era el caso de la casa nobiliaria Roca de Togores, destacando Mariano
Roca de Togores, Marqués de Molins.
Las transformaciones en la
estructura de la propiedad de la tierra tuvieron efectos negativos sobre los
campesinos, ya que las parcelas no se vendieron en pequeños lotes, sino en
grandes extensiones que éstos no podían comprar. Además, algunos burgueses
habían visto un filón en la compra de tierras, con lo que hubo cierta
especulación. Esto provocó que muchos campesinos se proletarizaran, por lo que
dejaron de dedicarse a la agricultura y hubieron de emigrar a las ciudades,
conformándose como mano de obra industrial de bajo coste. Estas consecuencias
negativas sobre el campesinado explican en gran medida el apoyo del campo al carlismo.
El auge de la agricultura
comercial fue un elemento de primer orden en la historia del País Valenciano,
lo que se enmarcaba en un contexto europeo de industrialización y mejora de las
comunicaciones. Los cultivos que más crecieron fueron la vid, el naranjo, el
arroz, el almendro y las hortalizas, en detrimento del trigo, la morera o el
olivo y el algarrobo, que fueron desplazados hacia las zonas del interior.
Este desarrollo de cultivos no se
puede entender sin la expansión de los regadíos y las innovaciones agronómicas.
La Real Sociedad.
Económica de Amigos del País de Valencia promovió diversos proyectos para
realizar ampliaciones de los canales de regadío y crear pozos. Se prolongó
además a mediados de siglo la
Acequia Real del Júcar, que no se había ampliado desde su
creación en la segunda mitad del siglo XIII. También se construyó el embalse de
Guadalest.
Además se introdujeron nuevos
abonos, de carácter natural,como el guano, introducido por José Polo de
Bernabé. Estaba formado por excrementos de aves marinas y murciélagos, y su efectividad
era alta, produciendo un aumento considerable de la producción de la naranja. A
finales del siglo XIX ya se introdujeron los fertilizantes químicos.
El cultivo de la vid fue la base
de un activo comercio de vinos y depasas a finales del siglo XVIII. Pero la
gran expansión del viñedo entierras valencianas llegaría a partir de 1854,
gracias a la plaga de oidium, que afectó a gran parte de Europa, pasando casi
de largo de lasvides valencianas. En los años 60 llegaría además la plaga de
filoxera,que asoló los viñedos europeos. Por ello se dio una enorme demanda de
la vid valenciana en la década de los 50, lo que motivó que se plantaran 50.000
nuevas hectáreas de vid, destacando la comarca de Requena-Utiel por su gran
aprovechamiento vinícola. En el último tercio del siglo XIX se daría la época
dorada, y la superficie de la vid se multiplicó en el Valle de Albaida, en el
Alto y Medio Vinalopó y en la
Marina Alta. En Requena-Utiel la vid ocupó másde la mitad del
territorio. La exportación de vinos valencianos pasó de 1 millón de hectolitros
en 1879 a
5 millones en 1891.
El cultivo del arroz también se
expandió, pero con una clara orientación al mercado interior. La mayor
extensión del arrozal se dio en Valencia, en zonas como La Albufera, los marjales de
la Costera y la Ribera Alta.
El naranjo se comenzó a extender
en diversas zonas de Castellón desde 1840. Pero el verdadero auge de su cultivo
no comenzó hasta mediados del siglo XIX, cuando José Polo de Bernabé trajo mandarinas
de China y nísperos de Japón, aplicando además nuevas técnicas de abono, como
el guano, a su cultivo. La naranja se había exportado a nivel menor desde finales
del siglo XVIII, en base a barcos de cabotaje. Pero la verdadera expansión de
la naranja llegaría con la conquista del mercado inglés, hecho que se produjo a
partir de 1850, cuando José Aguirre y los hermanos Fournier realizaron los
primeros envíos. Aún así, el verdadero boom exportador llegaría a finales del
siglo XIX. En 1880 el 80% de los cítricos españoles exportados provenían del
País Valenciano. Además, en 1890 el País Valenciano exportaba 140.000 toneladas
de naranjas, mientras que en 1910 la cifra había ascendido a 500.000 toneladas,
lo que nos revela el inusitado auge. La ciudad más beneficiada por este auge
exportador fue Valencia, por la estratégica posición de su puerto. Así, a
finales del siglo XIX el naranjo se había convertido en un monocultivo en muchas
zonas.
En conclusión, la transformación
y orientación en sentido comercial de la agricultura valenciana fue un proceso
de modernización capitalista que nos muestra la adaptación de la burguesía a la
demanda del mercado.
Además, gran parte de esa
burguesía agrocomercial se implicó en nuevos negocios de carácter especulativo.
Invirtieron en sociedades bancarias, negocios urbanos y por encima de todo, en
la construcción del ferrocarril. Así, la reinversión del capital creó una nueva
burguesía financiera valenciana, ejemplificada en la figura de José Campo. José
Campo y su padre comenzaron a comerciar en 1839 en el puerto de Valencia, y en
1843 José Campo fue nombrado alcalde de Valencia por la reina Isabel II, con 29
años únicamente.
Durante su alcaldía se promovió
el desarrollo del ferrocarril, la actividad financiera y la creación de
sociedades financieras como la Sociedad Valenciana de Crédito y Fomento, la
primera sociedad bancaria valenciana, creada en 1846, para estimular el
desarrollo económico de la provincia. Estaba compuesta por los principales
terratenientes alicantinos, involucrados también en el lucrativo negocio del
abastecimiento de agua potable.
El ferrocarril apareció en fechas
tempranas en tierras valencianas, por el interés que despertó entre las
burguesías de Valencia y Alicante. El primer proyecto elaborado para unir
Madrid con el Mediterráneo fue la
Línea del Mediterráneo, del año 1844. El proyecto uniría
Madrid con Alicante, pero no se ejecutó finalmente por falta de capital. Las
dos compañías ferroviarias más importantes ahora en el territorio valenciano
son:
-
la MZA
(Madrid- Zaragoza- Alicante)
-
la AVT
(Almansa- Valencia- Tarragona)
En la ciudad de Valencia el
ambiente también era muy favorable en la década de los 40 al tendido de líneas
de ferrocarril. La Real
Sociedad Económica de Valencia impulsó la construcción de una
red ferroviaria para distribuir la producción agrícola de la zona. A la vez impulsó
las obras de mejora del puerto de Valencia. En 1845 surgió la idea de conectar
Madrid con Valencia, pero no se llevó a cabo por falta de capital
probablemente.
José Campo creó la Sociedad del Ferrocarril
del Grao de Valencia a Játiva, constituida por grandes terratenientes y
relevantes políticos, como los Bertrán de Lis. Esta línea sí tuvo éxito, y quedó
concluida en 1854. El interés de este tramo, además del puramente económico,
era controlar la línea del Mediterráneo, obteniendo así una concesión para
continuar las obras ferroviarias hasta Madrid. Esa licencia fue concedida en el
tramo Játiva-Almansa.
Pero esta concesión chocaba de
frente con el proyecto que tenía la burguesía alicantina. Un senador
alicantino, el Marqués de Ríoflorido, era dueño de una concesión para construir
el ferrocarril en el tramo Alicante-Almansa, y creó una sociedad financiera
compuesta por la burguesía alicantina para construir ese tramo.
La cuestión se resolvió cuando
las Cortes aprobaron ambos proyectos, y se decidió que ambas compañías
explotarían de forma conjunta el tramo Almansa-La Encina, que bifurca la vía de
Madrid.
Las nuevas leyes aprobadas dieron
facilidades al capital extranjero para invertir en el sector ferroviario, que
pronto entró en crisis en España. En 1856 el senador José de Salamanca llegó a
diversos acuerdos con grupos económicos franceses, y la línea Madrid- Alicante
pasó a manos de la Compañía
de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante, controlada
mayoritariamente por el capital francés. Esta compañía concluyó las obras del
tramo alicantino en marzode 1858, y así Alicante fue el primer puerto español
unido con Madrid, quedando inaugurada la línea por la propia Isabel II.
Así, la burguesía alicantina tomó
conciencia de sus propias limitaciones financieras, puesto que tuvo que ceder
ante el capital extranjero, pero a la vez consiguieron que Alicante fuera el primer
puerto unido a Madrid, lo que reforzó de forma importante ese eje comercial.
Vinculado al desarrollo del
ferrocarril y de las comunicaciones en general esta el aumento de la
circulación de barcos del puerto de Alicante, tanto barcos de vapor como de
vela que se extienden mucho en el tiempo.
Además, se moderniza definitivamente el puerto de Valencia que favorece
el comercio de la naranja.
El trazado del Ferrocarril y la
importancia de las exportaciones hicieron que ganaran importancia las
poblaciones costeras o cercanas a las vías del ferrocarril, mientras que las
interiores quedaron más desplazadas.
En el proceso industrializador
valenciano se dio un importante retraso con respecto a Europa occidental, muy
visible en el proceso de modernización y mecanización. Y es que a finales del siglo
XIX seguía predominando el trabajo artesanal. En segundo lugar, a ello se unió
la decadencia de la industria de la seda, floreciente en el siglo XVIII, lo que
favoreció el auge de la vid.
En tercer lugar, cabe destacar
que se inició una pequeña industria textil, de la cerámica y del calzado, desde
finales del siglo XIX a principios del siglo XX. La debilidad del proceso
industrial valenciano vino dada porque la banca valenciana prefirió invertir en
el ferrocarril y otros sectores urbanos y con mayores perspectivas de beneficio
rápido. Así, la inversión en industria fue mucho menor.
Pero la importancia del sector
industrial en el País Valenciano puede afirmarse teniendo en cuenta que era la
3ª región de España tras Cataluña y el
País Vasco como potencia industrial (u como resultado de esa industrialización
podemos observar como se va a ir formando un movimiento obrero que va a
conseguir progresivamente mas importancia y muestra de ello es que Alcoy se
convertirá en la sede de la
Internacional)
Una industria, por otra parte,
concentrada más que nada en la provincia de Alicante. Es una industria dirigida
al nivel de consumo (textil calzado, papel, etc.) y a diferencia del País
Vasco, y hay muy excepcionalmente una
industria de medios de producción (siderurgia, etc.) .En términos generales,
nos encontramos con empresas pequeñas dirigidas al mercado interior y
excepcionalmente al exterior como Cuba temporalmente y Norte de África.
A mediados del siglo XIX cabe
destacar el intento de crear un tejido de industria pesada en la ciudad de
Valencia, con diversas fábricas de metalurgia y fundiciones, como la Fundición Primitiva
Valenciana. Estas industrias no pudieron consolidarse por los bajos precios de
los productos elaborados fuera de España. En Alicante, a pesar del
florecimiento mercantil asociado al puerto, jamás se creó un centro industrial
destacado en la ciudad, salvo la fábrica de tabacos, que llegó a dar empleo a
unas 3.000 mujeres.
Alcoy fue la excepción a esta
tónica general, constituyéndose como el único centro industrial valenciano. La
industria alcoyana se centró en el sector textil y el papelero. En la década de
1850 la burguesía industrial de Alcoy había conseguido mecanizar sus fábricas,
pese a las protestas artesanas, introduciendo los telares mecánicos y la
máquina de vapor, cuyo uso en la década de los 60 estaba generalizado en Alcoy.
El sector textil lanero se
especializó en la elaboración de paños de lana de baja calidad, que se destinaban
a Andalucía, el Ejército o los mercados de las antiguas colonias. En cuanto al papel,
también se apostó por producir papel de baja calidad, por la competencia
exterior, usado como envoltorio de los productos agrícolas. La industria
papelera alcoyana tuvo una etapa muy floreciente hasta 1880, momento en que
empezó a decaer, la que había sido la zona productora del 75% del papel
valenciano.
En las comarcas del Vinalopó,
sobre todo en Elche y Elda, se desarrolló una industria del calzado desde
mediados del siglo XIX, gracias al tradicional trabajo del esparto. La
producción se comerciaba en los pequeños mercados ambulantes. En Elda, en torno
a 1870, comenzaron a crearse talleres centralizados, con máquinas de coser y
cortar telas. A principios del siglo XX el calzado eldense se introdujo ya en
el mercado nacional, en Cuba y Marruecos. El calzado en Elche se basó en la
producción de alpargatas, y en los años 80 del siglo XIX proliferaron talleres
que las exportaban a Argelia y América. No hubo una diversificación de esa
industria hasta bien entrado el siglo XX.
En cuanto a la industria de la
cerámica, tenía una larga tradición artesana y el importante antecedente de la Real Fábrica de
Alcora, creada en el siglo XVIII en Castellón. Los núcleos más importantes de
la industria cerámica fueron Alcora, Manises, Alicante y Agost. Destacaba Manises,
que contaba a finales del siglo XIX con 36 fábricas de cerámica.
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