sábado, 25 de mayo de 2013

Los sindicatos y partidos políticos durante la II República



En el sindicalismo destacan la CNT y la UGT. La CNT pasa de 50.000 (una vez finaliza la dictadura de Primo de Rivera, que la persiguió duramente) a más de 70.000 afiliados en cuestión de pocos años. La CNT se dividía en dos corrientes internas:
Los de la FAI, que reivindican el clásico anarcosindicalismo y no dudan en recurrir a la violencia cuando sea preciso para colectivizar las tierras y tomar los ayuntamientos: se tomaban la justicia por su mano. Aunque con diferentes discursos, tanto gobiernos de izquierdas (quería una reforma agraria progresiva y pactada) como de derechas (eran contrarios a la colectivización) reprimieron estas actividades. Tras el golpe de Estado de julio de 1936 se generalizaron las colectivizaciones, no antes. La revolución que los golpistas querían frenar, según su argumentario, la provocaron ellos mismos. Las revueltas anteriores al golpe eran más aisladas y como consecuencia a la lentitud con la que se daba la reforma agraria. Estas revueltas estuvieron, en muchos casos, incluso apoyadas
Los moderados o trentistas llegarán a formar un sindicato propio una vez dejen la CNT, el Sindicato de la Oposición, más cercano a los métodos de la UGT. Este sector abogará por la estrategia de la negociación y será minoritario en el anarcosindicalismo, aunque con presencia destacable en Valencia y Alcoy.
Con 56.000 afiliados la UGT fue el segundo sindicato del País Valenciano, a los que hay que sumar los 35.000 de la Federación de Trabajadores de la Tierra (FTT), la rama campesina del sindicato socialista. En la UGT distinguimos también dos sectores:
Indalecio Prieto y la rama moderada.
El sector cada vez más radicalizado (de acuerdo con la dinámica de frustración de muchos de los proyectos de la República) liderado por Largo Caballero, que apoyará la insurrección obrera de 1934, con escaso éxito en el territorio valenciano.

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