En el sindicalismo destacan la CNT y la UGT. La CNT pasa de
50.000 (una vez finaliza la dictadura de Primo de Rivera, que la persiguió
duramente) a más de 70.000 afiliados en cuestión de pocos años. La CNT se
dividía en dos corrientes internas:
Los de la FAI, que reivindican el clásico anarcosindicalismo
y no dudan en recurrir a la violencia cuando sea preciso para colectivizar las
tierras y tomar los ayuntamientos: se tomaban la justicia por su mano. Aunque
con diferentes discursos, tanto gobiernos de izquierdas (quería una reforma
agraria progresiva y pactada) como de derechas (eran contrarios a la
colectivización) reprimieron estas actividades. Tras el golpe de Estado de
julio de 1936 se generalizaron las colectivizaciones, no antes. La revolución
que los golpistas querían frenar, según su argumentario, la provocaron ellos
mismos. Las revueltas anteriores al golpe eran más aisladas y como consecuencia
a la lentitud con la que se daba la reforma agraria. Estas revueltas
estuvieron, en muchos casos, incluso apoyadas
Los moderados o trentistas llegarán a formar un sindicato
propio una vez dejen la CNT, el Sindicato de la Oposición, más cercano a los
métodos de la UGT. Este sector abogará por la estrategia de la negociación y
será minoritario en el anarcosindicalismo, aunque con presencia destacable en
Valencia y Alcoy.
Con 56.000 afiliados la UGT fue el segundo sindicato del
País Valenciano, a los que hay que sumar los 35.000 de la Federación de
Trabajadores de la Tierra (FTT), la rama campesina del sindicato socialista. En
la UGT distinguimos también dos sectores:
Indalecio Prieto y la rama moderada.
El sector cada vez más radicalizado (de acuerdo con la
dinámica de frustración de muchos de los proyectos de la República) liderado
por Largo Caballero, que apoyará la insurrección obrera de 1934, con escaso
éxito en el territorio valenciano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario