1. Las fases de repoblación
Contamos con cuatro fases que nos dividen la repoblación en
la Península Ibérica:
1.
La presura (s. VIII-X). Modalidad de
repoblación de la Península Ibérica en la época de la Reconquista, basada en el
Derecho Romano. Se llamaba así puesto que se entregaban las tierras al primero
que las roturase, otorgando a continuación el rey un documento de propiedad:
tanto presura como aprisio derivan de presa (tomar
posesión).
2.
Repoblación concejil (X-XII). La
repoblación se basa en la creación de concejos y ciudades con su alfoz, a las
que se les dota de Fueros o Cartas Pueblas. Estos fueros otorgan libertades y
privilegios a sus habitantes para atraer a la población a una zona peligrosa de
frontera. La caballería villana queda encargada de la defensa y se configura
como el grupo social hegemónico en los nuevos núcleos de población. Esta
repoblación fue dirigida por el rey y configura una sociedad basada en la
mediana propiedad.
3.
Órdenes militares (1ª mitad s. XIII). Era
la zona media de la Península. Desde aquí se realizarían las primeras
incursiones en el valle del Guadalquivir y Murcia. Serían grandes señoríos
pertenecientes a estas órdenes.
4.
Repartimientos (2ª mitad s. XIII). Era en
la zona de Jaén, Sevilla, Murcia. Se lleva a la práctica la repoblación de una
forma diferente. Esta fórmula de colonización se llevó a cabo en el Reino de
Valencia. Se reparte tanto la propiedad urbana como rural. En un primer momento
los beneficiarios serán aquellos colaboradores del monarca en la empresa
militar de la conquista: nobles, comerciantes, campesinos, judíos, etc.
Posteriormente estos repartimientos se abrirán a todos aquellos que decidan
venir a ocupar las tierras valencianas. Mediante estas fórmulas los
repobladores recibirían una casa y una extensión de tierra para poder vivir, trabajar
y explotar estas tierras que podían ser tanto de secano como de regadío. La
amplitud de estos repartimientos dependían de la categoría social del receptor
y de las obligaciones que estipulaba el contrato y que les obligaba a residir
un mínimo de años en estas tierras y también a participar en su defensa. Esta
fórmula de repoblación dará lugar a la formación de pequeñas y medianas
propiedades, que van a ir pasando de unas manos a otras pues muchos de los
primeros beneficiarios abandonaron estas tierras.
2. Características del poblamiento
En primer lugar, la nobleza va a apoyar que los mudéjares
permanezcan en estas tierras como mano de obra, pues era una mano de obra
dócil, menos exigente que la cristiana. Pero no solamente por ello apoyaban la
permanencia mudéjar, sino que también pretendían evitar la emigración de parte
de sus propios campesinos para dirigirse a tierras valencianas.
También los colaboradores en la empresa de conquista
concedieron su ayuda militar y económica al monarca a cambio de la concesión de
privilegios, donaciones, tierras,… que con el tiempo llevaron a que los
intereses de los nobles fueran creciendo e incluso el monarca se viera sometido
a estos intereses, por ejemplo en las cortes.[1]
El más claro ejemplo fue la revuelta que protagonizaron los nobles queriendo
imponer el fuero aragonés a Valencia y que, ante la negativa real, provocó la
fundación de la Unión Aragonesa en 1283 y que no será aniquilada hasta 1347 con
Pedro el Ceremonioso. Otra característica fue la gran movilidad de los colonos
repobladores y lo conocemos gracias a los Llibres de Repartiment, donde aparecen
los nombres y apellidos de los colonos, y que dos siglos después los apellidos
ya no tendrán nada que ver con aquellos primitivos colonizadores.
En el Repartimiento hubo muchas irregularidades, pues muchos
de los pobladores no residían el tiempo reglamentario o bien se ocupaban
tierras sin título. Hubo también ventas ilegales. Todas estas irregularidades
hicieron que el propio Jaime I encargase en 1270 a cuatro personas que se
presentaran con el Llibre del Repartiment en mano a comprobar si realmente habitaban
las tierras las personas que en él estaban inscritas. Debían comprobar toda
posesión y mediante esta acción se regularizó la propiedad en tierras
valencianas y se realizó un nuevo llamamiento de gentes para repoblar, pues
muchas de estas tierras fueron confiscadas.
En los núcleos urbanos islámicos más importantes se intentó
una revitalización aunque no en todas las ciudades fue posible conseguir este
objetivo, como por ejemplo Denia. Los pobladores, en este intento, ocuparon en
primer lugar las ciudades, aunque repetimos no siempre se consiguió.
3. Etapas de colonización cristiana
La ocupación del territorio aparte de ser una ocupación
militar también suponía una dominación política y una explotación fiscal de
estas tierras donde los nuevos repobladores cristianos impondrían su propio
sistema económico y social, es decir, su identidad cristiana y su sistema
económico feudal. Dentro de estas etapas de la repoblación encontramos:
1ª etapa. Abarcaría la zona castellonense, la zona norte del
reino, y que sería ocupada entre 1232 y 1236. Se ocupan las tierras entre los
puertos de Morella hasta la Plana de Burriana. En esta zona la presencia
cristiana fue bastante numerosa e intensa, aunque también sobrevivieron
importantes núcleos de población musulmana como Cervera o Peñíscola que no se
repoblarían hasta una década después. La repoblación de estas tierras se
realizó a través de Cartas Pueblas.
2ª etapa. Abarcaría la zona central, en torno a Valencia,
donde el protagonismo de la Corona sería prácticamente exclusivo especialmente
en la ciudad de Valencia y en la huerta valenciana. Aquí ya tenemos al rey al
frente de la expedición. En esta zona las donaciones comenzaron antes incluso
de la propia conquista, como una especie de incentivo para las tropas. Otro elemento
fue que contó con la evacuación de la mayor parte de la población musulmana.
Todas estas donaciones se anotaban en el Llibre
del Repartiment donde se anotó de forma individual todas las concesiones de
casas y tierras a cada uno de los repobladores y también los lotes que se
concedían. Estas donaciones dependían del nivel social de los colonos.[2]
3ª etapa. Corresponde con la franja situada al sur del río
Júcar. La repoblación aquí no fue tan intensa porque predominó la rendición
pactada de las ciudades, villas y castillos, con lo cual permaneció la mayor
parte de la población musulmana. El Llibre
del Repartiment apenas registra donaciones en esta zona, al menos en los
años inmediatamente posteriores a la ocupación, salvo excepciones como las
ciudades de Burriana y Valencia. En los años 40, por el incumplimiento de esos
pactos de rendición, hubo un levantamiento de población musulmana bajo el
liderazgo de Al-Azraq con deportaciones masivas y traslados de poblaciones
mudéjares hacia el interior alejándoles del litoral.
4ª etapa. A partir de este momento la repoblación se realizó
particularmente en la zona en torno a Játiva y en estos repartimientos sí es
cierto que se tuvo en cuenta la donación de casas y tierras, sino que también
las áreas de riego, el trazado de las acequias, con el fin de asegurar recursos
hidráulicos a los nuevos repobladores para que continuara en vigor el sistema
agrícola presente en estas tierras.
5ª etapa. En la parte más meridional el asentamiento de los
repobladores se hizo en hábitats concentrados y fortificados, habiendo incluso
fundaciones de nuevos núcleos urbanos como Penáguila o Pego, pero en general
fue un fenómeno bastante lento pero que en el s. XIII la cantidad de
repobladores fue escasa en relación a los mudéjares presentes.
4. Origen de los repobladores cristianos
El Reino de Valencia se convirtió en un lugar donde había
mezcla de lenguas y culturas. El carácter de cruzada que le concedió Gregorio
IX propició la llegada de gentes de toda la Europa cristiana, como Occitania,
Navarra, Italia, Inglaterra, Alemania, Hungría… si bien la mayor parte de las
tropas eran de origen catalán y aragonés. La composición de estas tropas era de
caballeros y peones. Junto a estas tropas llegaron también campesinos,
mercaderes, artesanos, miembros del clero, notarios.
En base a esta distinta procedencia de los repobladores
algunos historiadores han intentado indagar en la actual división lingüística
que existe en territorio valenciano. El establecimiento fue aleatorio en
sentido étnico y no respondió a ninguna premeditación.
En relación al modo de asentamiento, las donaciones se
realizaron a partir de dos vías: las donaciones individuales, anotadas en el Llibre del Repartiment, y las donaciones
colectivas, anotadas en las Cartas
Pueblas. Estas donaciones consistían en un lote modelo que estaba compuesto
por una casa, dos fanegadas de huerta y tres jobadas de tierra (9 ha.). Por
otro lado, la división social otorgaba una donación mayor o menor, acentuando
las jerarquías sociales internas, y que dependían del rango social y de la
movilidad de los distintos repobladores, conformando un poblamiento muy
heterogéneo.
La llegada de los repobladores trajo consigo el sistema
económico feudal. Se implanta una sociedad agraria y rural, pero también una
sociedad urbana. Toda la estructura económica agraria descansaba en esa pequeña
y mediana propiedad que constituía la base del nuevo sistema feudal, pues
predominó más la tierra de realengo (tierras libres) que las tierras de señorío
(al norte de Castellón, con mayores impuestos). El régimen de propiedad será el
sistema enfitéutico[3],
con mayor cantidad de tierras alodiales pertenecientes a la corona.
5. Principales puntos de cohesión y anclaje de los nuevos pobladores
Los principales puntos de unión en que se van a basar estas
comunidades de nuevos repobladores van a ser:
-
La residencia común en un mismo emplazamiento.
Se les obligaba a residir en una misma tierra durante un determinado número de
años.
-
Sujección a una misma dependencia señorial.
-
Adscripción religiosa a una misma parroquia. La
creación de parroquias por parte de la Iglesia en estas tierras serviría como
medio de aglutinación. Este hecho ayudaba a favorecer y a cohesionar estas
nuevas poblaciones y ayudaban también al cobro de impuestos.
En base a estos tres factores se fueron reforzando los lazos
de solidar entre estos nuevos vecinos, lo cual no exime que haya tensiones
internas entre estos propios vecinos e inestabilidades en el poblamiento rural.
Toda la estructura productiva descansaba en pequeñas
explotaciones familiares, verdaderas células básicas del nuevo sistema feudal
más que en la reserva señorial. El régimen de posesión de la tierra era
enfitéutico aunque en el realengo predominaba el sistema alodial, el campesino
tiene más derechos.
La tipología de las rentas se basaba en la partición de
frutos y censos. Censos en metálico por el usufructo de la tierra o los pagos
por el uso de molinos, hornos, almazaras y además de multas y derechos
jurisdiccionales. La Carta Puebla es el resultado de la negociación entre
colonos y señores, basaba su modelo en las catas francesas que se extendieron
por toda Europa desde la mitad del S XII, ya que el modelo francés queda
plasmado el más puro feudalismo. En el caso valenciano estas cartas no suponían
la concesión de franquicias a comunidades campesinas y sobre todo el
instrumento regulador de las relaciones entre el señor y la comunidad.
Precisando la renta feudal y protegiendo a los campesinos e futuras peticiones
señoriales del S XIV-XV crisis de la nobleza por estas cartas puebla.
[1]
Aquí estaban representados el clero, la nobleza y las ciudades. Cuanto mayor
poder tuviera la nobleza, mayor número de concesiones debería hacer a favor de
estos.
[2]
En el caso de los peones, los lotes de tierra que se donaban a los mismos
oscilaban entre 6 y 15 hectáreas. En el caso de los caballeros, entre 12 y 24
ha. En el caso de la nobleza y aristocracia obtuvieron los bienes que
pertenecían a la nobleza musulmana: las mejores casas de la ciudad y las fincas
nobiliarias.
[3]
El propietario cedía el dominio útil al colono y a cambio este debía
retribuirle con un censo (impuesto). Aparte del abono del censo, el enfiteuta
debía abonar el “laudemio”
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