lunes, 6 de mayo de 2013

TEMA 4: LA TRADICIÓN DOCUMENTAL

Concepto de tradición documental
La tradición documental es aquella parte de la diplomática que estudia como el documento ha llegado hasta nosotros. Deriva del latín traditio, que significa transmitir. Su importancia radica en que toda la valoración crítica del documento debe indagar en el modo en que el documento ha llegado hasta nosotros, puesto que sólo el original presenta en su integridad los caracteres externos e internos, y las copias no transmiten la tinta ni la materia.
Además, se puede haber alterado partes del documento, modernizando el lenguaje por ejemplo. Por ello, la crítica diplomática debe buscar siempre el original, y si no se tiene, estudiar que distancia directa hay hasta él. Los textos documentales tienen una transmisión más sencilla que los literarios. En la Edad Media se transmitieron por motivos jurídicos, y en la Edad Moderna, como motivo de erudición. En cambio, las obras literarias se copiaron para su lectura por placer, lo que hace que la transmisión se divida.
Los estadios en la tradición documental son dos, original y copia. Aparte de ellos se consideran también los estadios previos al original, y las categorías intermedias entre original y copia, no admitidas por algunos diplomatistas, que las llaman copias, mientras que otros indican que tienen entidad por sí mismas.

Los documentos preparatorios
Entre las formas previas al original, o categorías preparatorias, encontramos la minuta. Se organizan por su extensión (borrador o minuta) y por su valor jurídico determinado. Es un esbozo más o menos completo, del original representando el momento más próximo a la creación del documento. Pero su valor es mucho menor que el de las demás categorías, porque no presenta íntegros los caracteres, ni los externos ni los internos, puesto que el texto está abreviado. Además, la existencia de la minuta no prueba por sí que el documento haya sido emitido realmente por una cnancillería, aunque sí es importante para estudiar la génesis del documento.

Los documentos originales: concepto y tipos
Los originales se definen como el documento completo, redactado según la voluntad de un autor y que salido directamente de la oficina cancilleresca o las manos del notario, nos ha llegado en la misma forma y materia genuinas en que fue originalmente emitido. El original debe reunir dos condiciones, según Alain de Bóuard, que lo distinguen de las restantes formas. Primero, debe presentar completas todas y cada una de sus condiciones formales, los caracteres extemos e internos. Segundo, su carácter primigenio respecto de las restantes formas de la tradición documental.
En las fuentes el original recibe el nombre de Aittenticum, Archetypum u Origínale. La crítica diplomática se ejerce con seguridad sobre el original porque reúne íntegramente los caracteres externos e internos del documento.
• Original múltiple: En la mayoría de los casos, de cada documento se da más que un solo original, pero es no es condición necesaria, por lo que no son raros los documentos que por la naturaleza del acto jurídico o por seguridad del destinatario o la transmisión fueron redactados con más de un original. Éstos son los originales múltiples. Estos originales pueden diferir en pequeños detalles, como la solemnidad, pero lo normal es que sean iguales. Por la solemnidad se diferenciará entre originales de primer y segundo grado. Las cartas partidas son originales múltiples.

Las llamadas categorías intermedias entre los originales y las copias
Son aquellos documentos que sin ser originales van destinados a sustituirle o realizar sus funciones. Se refiere siempre a un documento original preexistente y existen autores que niegan la existencia de estas categorías intermedias, como la Escuela de Sevilla. Podemos, desatar los siguientes:
• Ampliaciones:   son   expediciones   en   forma   solemne   de   un   documento   expedido bajo cláusulas más simples. No supone una variación del acto jurídico pero sí varía por la forma de determinar la fecha y se diferencia del resto por tener más cláusulas que los documentos insertos.
• Los Neo Originales o renovaciones. Si un documento se perdía o era destruido, las autoridades podían renovar el documento perdido otorgándolo nuevamente. En las épocas más recientes, cuando se registraban los documentos, los documentos perdidos podían rehacerse de nuevo tomando su texto de los registros, y el texto del documento daba una explicación circunstancial del hecho por el que se renovaba. Así, no es simplemente una copia el nuevo documento, sino que explica las circunstancias de la nueva expedición, que sustituirá al antiguo por pérdida.
En tiempos más antiguos, solía realizarse la renovación mediante la deposición de testigos ante el Rey, los obispos o bien ante la autoridad municipal, normalmente, el juez. Fue típico de la Galia merovingia y de la Híspanla visigoda. Estos testigos avalaban la petición de renovación. Se hacían dos copias del documento, y una se exponía durante 15 días en la plaza para que si alguien se veía perjudicado, reclamara. Tras este paso, se validaba la copia del demandante. Por ello se les llaman Apennis o Praeceptum de chartis perditis. Si los testigos habían muerto, en las Gallas se procedía a una deposición jurada, que permitía volver a expedir el documento. En otros casos se requería la presencia de los hijos o familiares de los testigos.
• Confirmaciones: las confirmaciones son documentos que recogían decisiones de los actos jurídicos de una autoridad que se renovaban dándole fuerza jurídica. El objeto de estos documentos es de tipo político, cuando se trata de renovar las donaciones de reinados anteriores al acceder un nuevo soberano, también con una finalidad fiscal.
La confirmación de títulos jurídicos, bien por la autoridad original que los concedió, por otra que lo ha sucedido, o por una autoridad superior, era considerada como un nuevo acto jurídico, por lo que a veces se podía alterar el documento anterior o podía parecer la concesión de un nuevo documento. Así, se pueden alterar las condiciones de un privilegio o título. Según Sánchez Belga existen 3 métodos o tipos de confirmaciones:
    la suscripción confirmativa. Esta se basa en que una autoridad confirma un documento emitido por otra autoridad anterior, simplemente suscribiendo sobre el original. Luego no se crea un nuevo original.
    confirmación en extracto es un documento a confirmar dando lugar a la redacción de un documento nuevo donde se pone en extracto el texto de documento que había sido confirmado. Además, no se copia sino que se extracta.
    la confirmación con inserción que consiste en la inclusión o copia del texto a confirmar literalmente el tenor documental del documento confirmativo. La inserción puede hacerse toda o en parte y también se puede suprimir algunas partes. Aparece en la Península Ibérica en el siglo XI y se consagra en el reinado de Alfonso VII. Además, San Fernando suprimió determinadas cláusulas iniciales y partes del final, y a partir del Alfonso "el Sabio" la inserción se hacia integra aunque a veces quitaba las listas de confirmantes en los privilegios rodados. Esta confirmación perdurará hasta la época de Felipe II.
En la Edad Media los documentos se emitían en una hoja suelta, cosiendo varias hojas de pergamino si el documento era muy largó. Desde finales del siglo XV se generalizó el cuaderno, con las hojas dobladas y metidas unas dentro de otras.
Con la finalidad de aligerar trabajo y el gasto en las cancillerías de Felipe II (a partir de 1562) se ordenó un nuevo sistema de confirmación del documento que se basaba en la expedición de los documentos en forma de cuadernos. Cuando son presentados a confirmar se le añade un folio cosido al cuaderno, donde en la primera hoja se insertan los títulos del rey y la confirmación del notario, mientras que en el último folio se pone la parte final de la confirmación, las suscripciones y la Real Pragmática.
También se arrancaba el sello original y se ponía el de Felipe II. Esta medida se llevó a cabo por economía de tiempo y trabajo. Si el destinatario pedía un documento nuevo, y lo pagaba, se le hacía. Pero el objetivo fundamental era agilizar el trabajo de copia de todo documento.

Las copias
Las copias consisten en la reproducción del texto del documento, ya sea de forma manual, tipográfica o facsimilar (grabado o fotografía). Salvo el primer caso, los restantes modos no presentan dificultad de identificación. Las copias manuales eran las únicas que existían en la Edad Media, y generan problemas porque no siempre dicen que son copias. En las fuentes se las llama exemplum, translatum o transsuptum.
Así, la copia es una trascripción más o menos inmediata del original, ya sea tomada del propio original, ya de una copia más o menos próxima al original en la cadena de la transmisión documental. Puede ser proximidad cronológica o inmediatez de la fuente. La proximidad al original es el factor más importante, y no por cercanía temporal, sino por Fidelidad.
Las copias se dividen en dos categorías, las copias individuales y las copias recogidas en libros, libros como los registros o cartularios. Las copias individuales son las que se realizan separadamente en soportes individuales. Según el número de caracteres del documento que reproducen se clasifican en diversos tipos. Pueden ser copias que reproducen el texto, o copias que aparte de reproducir el texto reproducen alguno de los caracteres externos del documento, corno el crismen o la suscripción. Éstas últimas son las copias figuradas o imitativas.
Según su valor jurídico, las copias pueden ser copias simples, que reproducen el texto del documento sin más o bien copias auténticas o autorizadas, aquellas que poseen valor probatorio desde el punto de vista jurídico y que pueden hacer las veces del original. Se realizaban estas copias para preservar el original, por múltiples presentaciones, por el mal estado del original o por estar escrito con caracteres antiguos.
La autenticación de estas copias era dada por una cancillería o un notario y estas copias contenían todos los caracteres intrínsecos del documento. Se debe tener en cuenta que la copia tiene valor en función de su fidelidad al original, desde el criterio diplomático.
El uidimus es un tipo de copia auténtica. Los vidimus son la trascripción de un documento hecha en lagunas cancillerías y validada con un sello auténtico. Esta costumbre comenzó en Francia a finales del siglo XII y perduró hasta el siglo XVI. Fue típica en los Países Bajos y el Reino Unido, pero no en la Península Ibérica. Es una copia atestiguada por la cancillería pero no hay un nuevo acto jurídico.
La copia notarial es la trascripción del texto de un documento hecho por un notario y autentificado en su suscripción y signo. Es un uso de origen italiano, hacia el siglo XI, difundido en Francia y Cataluña, y se convirtió en el modo habitual de obtener copias con valor jurídico. Estas copias se usaron en ocasiones para hacer falsos. Siempre indican que son copias, y quien hacía la copia solía mejorar el lenguaje.
Las copias recogidas en libros pueden ser registros, que son compilaciones de copias de los documentos emitidos por una determinada oficina, y recogidas por esa misma oficina para el control de su labor administrativa y garantía, o bien cartularios. Los cartularios son compilaciones de copias de documentos recibidos por una persona o institución y recogidos en su archivo, compilados para una mayor comodidad, preservación o para celebración del receptor de los documentos.
Los registros de cancillería podían copiar los documentos de forma íntegra o resumida, en extracto. También puede hacerse por simple mención. Cuando se enviaban cartas circulares, en la registración sólo se copiaba una y el resto se enumeraban en una lista.
La finalidad de los registros era apoyar el interés del príncipe y de los destinatarios, pudiendo recomponer documentos y dejando precedentes que asentaban la memoria histórica. En el documento original había una nota que indicaba si había sido registrado. Se inició con San Fernando en Castilla o con Alfonso X el Sabio, y con Jaime I en Aragón, donde se han conservado gran cantidad de registros completos.
La costumbre de registrar documentos apareció en tiempos de los romanos que en un mismo libro mezclaban documentos emitidos y recibidos. Pasó ese uso a la Cancillería Pontificia, y de ahí a Inglaterra (1199), en Francia después de 1200, en Alemania en 1310, en Aragón en 1250 y en Castilla en 1220. La Cancillería Papal y la Real fueron un ejemplo para la nobleza, que las imitó. Así, el ejemplo cundió entre obispos y nobles, con lo que se crearon cancillerías nobiliarias, como la del Duque de Medinaceli.
Los cartularios es donde se compilan los documentos recibidos, los más importantes, para tener reunidos los títulos que atestiguan derechos y propiedades, para mayor comodidad, preservación de la memoria de las instituciones y la conservación. También conocidos como cartarum y cartularíum. En ocasiones reciben nombres regionales, como becerros en el norte y oeste de España, tumbos en Portugal, o el color de su encuademación o alguna característica especial.
Fueron muy frecuentes en los monasterios en el siglo IX, en un ámbito eclesiástico, en Francia. Pasaron luego a las cancillerías reales, puesto que su personal era eclesiástico en gran medida. De las cancillerías reales se difundió a nobles, municipios y particulares. Tienen una gran importancia porque la mayoría de documentos de la Alta Edad Media provienen de cartularios eclesiásticos. Y aunque tienen mala fama, no es tan grande el número de documentos falsos.
El cartulario era creído en función de la institución que lo creaba. Por ello se hacían copias figuradas, y es que reproduciendo los caracteres externos se daría mayor credibilidad. Un cartulario suele ser una copia simple, pero a veces un notario lo autenticaba.
Registro y cartulario no son sólo importantes por los documentos que contienen individualmente sino también porque se consideran como un bloque o conjunto. La finalidad de él nos indicará la fidelidad de las copias, lo copiado en sí y la calidad de la misma. En origen respondían a una finalidad administrativa y memorialística. Así, hay algunos descuidados, para la Administración, con origen geográfico, y otros estaban muy cuidados, los que tenían un orden cronológico, o una finalidad celebrativa o memorialística. A veces se intercalaban noticias históricas, surgiendo entonces los cartularios-crónica.

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