lunes, 6 de mayo de 2013

LA DIPLOMÁTICA.

EL TÉRMINO DIPLOMÁTICA
El término diplomática deriva de diplomun, término latino que a su vez procede del griego, que designaba a un escrito doblado en dos partes y cerrado. En Roma los diplomas eran los documentos que tenían esta forma, permisos del Senado y documentos de privilegios para los soldados licenciados. Eran diplomas de bronce que daban el derecho a la ciudadanía romana y a unas tierras. Durante la Edad Media el término diploma se aplicó poco, sólo a los salvoconductos, pero a partir del Renacimiento, los humanistas lo retomaron aplicándolo a los grandes documentos de reyes y pontífices. La consagración del término diploma como sinónimo de documento vino gracias a Jean Mabillon y su libro publicado en 1681, De re Diplomática Libri VI. Marcó el inicio de la diplomática como disciplina clara y con entidad propia.

DESARROLLO DE LA DIPLOMÁTICA HASTA JEAN MABILLON-
Sin embargo, ya en la Edad Media se empezaron a analizar los documentos. Inocencio III esbozó en una carta al cabildo de Milán los elementos para determinar si un documento era verdadero o falso, pero hasta Mabillon no hubo normas criticas y generales. Y es que en la Edad Media no había sentido histórico.
Un avance en lo que es la crítica del documento llega en la época del humanismo, ya que se analiza los documentos por el lado histórico. Entre los documentos analizados destacan la "Epístola de falsitate privilegii Austriam ab imperio eximentis" donde Carlos IV consulta a Petrarca acerca de determinados privilegios que habían sido concedidos a Austria por César y Nerón. Pertarca los dio como falsos. El otro documento llamado "De falso credita et emendita donatione Constantini eximentis que es un trabajo de Lorenzo Valla a petición de Alfonso el Magnánimo que resulto ser un documento falso. Lo es más de características y aspectos históricos que de caracteres diplomáticos.
La imprenta realiza una critica más avanzada pero con procesos de carácter judicial y a continuación de carácter político y religioso. Los primeros en analizarse fueron los de Alemania.
La reforma trajo una serie de polémicas religiosas, pero también históricas. Las Bella Diplomática tras la paz de Westfalia, supusieron luchas entre ciudades y obispados para fundamentar sus derechos. Asi, la autenticidad o falsedad de los documentos probaba o rechazaba esos derechos, y dieron lugar a obras de tipo concreto y puntual. La critica de la época era una critica puntual y no tenia método.
El primer intento de fundar unas reglas de critica se produjo en la segunda mitad del siglo XVII, por parte del jesuíta Daniel Van Papen Broeck, que se unió al grupo de jesuítas de Lovaina que escribían con Bolland en 1659. En el momento se había desatado una polémica en la Iglesia cristiana sobre la comunión de los santos. Para terminar con esta polémica, Bolland publicó las Acta Sanctorum, acerca del culto a los santos y los hechos que se les atribuían. Comentaban las vidas de los santos en base a documentos coetáneos, organizados según el calendario. Se eliminaban los elementos ficticios y los santos sin testimonio.
En 1659 Papen Broeck decidió comparar los códices con lo que decían los documentos de la época. Decidió así crear unas reglas de critica general para analizar los documentos, y depurar los documentos que no eran auténticos. En 1675, al principio del Volumen II del Acta Sanctorum, escribió su obra Propyleum Antiquariumaren veri ne falsi discriminen in vetustis membranis. Constaba de 56 páginas, y en ellas examinaba un grupo reducido de documentos de los reyes merovingios y de los emperadores carolingios, hasta el año 900, trabajando con originales. El resultado fue que anunció normas que lo llevaron a concluir que cuanto más antiguo era un documento, más sospechoso de fraude era.

LA OBRA DE JEAN MABILLON: DE RE DIPLOMÁTICA LIBRI VI
La critica de Papenbroeck afectaba a la abadía benedictina de Saint Denis donde se guardaban la mayor parte de los documentos analizados por Papenbroeck. A los benedictinos no lea hizo mucha gracia dicho estudio y para contestar a los resultados de Pepenbroeck encargan a Jean Mabillon que elaborase una obra que regulara la postura benedictina.
En Saint Germain des Pres en 1681, como ayudante de un bibliotecario, editó su obra, la cual fue felicitada por el propio Papenbroeck. Dicha obra se compone de 6 libros donde analiza distintos aspectos. En los 2 primeros analiza loa soportes, las tintas, la escritura, la puntación, el lenguaje, el formulario, los sellos y las suscripciones"* y el 5°-6º lo dedica a comentar determinados facsímiles de escritura y a la publicación de documentos. El libro 3° analiza casos particulares y el 4° realiza comentarios sobre el reino de los Francos.
Para Mabillon la Diplomática ea la ciencia o disciplina que intenta distinguir los instrumentos verdaderos de los falsos, de los ciertos y genuinos de los sospechosos e ingenuos.
La obra de Mabillon tiene 2 limitaciones importantes; la primera de ellas es de orden cronológico ya que no se ocupa de analizar los documentos posteriores a Luis X que vive en el siglo XVII. La segunda limitación es que solamente analiza aquellos documentos reales y más solemnes que se conservan dentro de los archivos monásticos. Pese a ello su obra tiene gran repercusión hasta el siglo XIX con la revolución erudita de Alemania.
Su obra tuvo gran repercusión, y se publicaron dos ediciones. Incluso Papen Broeck reconoció los principios de Mabillon como más serios que los suyos. Supuso el inicio de la crítica de los documentos, y el inicio de la paleografía, el estudio de la escritura.

LOS SEGUIDORES DE JEAN MABILLON
Hasta mediados del siglo XIX, ése fue el cauce de la diplomática, y sus postulados metodológicos marcaron la obra capital del siglo XVIII, el Nouveau Traite de Diplomatique publicado por Charles F. Tassin y Rene P. Tostain entre 1750 y 1769. También eran benedictinos de la orden de San Pablo.
Estos autores ampliaron el campo de la diplomática, ya que llegaban hasta el siglo XV, y desde el objeto de la diplomática, usaron otros tipos de documento además de los solemnes. Su método era el mabilloniano, que consistía en poner las formalidades para emitir un juicio favorable o desfavorable sobre los documentos. Pero para ellos el factor de estudio seguía siendo el documento solemne de los monarcas. Su objetivo seguía siendo dictaminar si un documento era verdadero o falso, y para ellos el sistema de Mabillon era el mejor.

LA DIPLOMÁTICA ENTRE 1875-1930
Esta línea siguió así hasta el último cuarto del siglo XIX, cuando eclosionó la erudición germana, personificada en Julius Ficker y Theodor von Sickel.
-Theodor von Sickel, considerado como al padre de la diplomática moderna, renueva los estudios sobre, los documentos cancillerescos, analiza individualmente cada documento con el fin de establecer quién es su autor material e intelectual a partir del establecimiento de las dos autorías; es
decir, entorno a la autenticidad del documento. Para él el documento eg un testimonio escrito, redactado según una forma determinada sobre un hecho de naturalezas jurídica. Su estudio se centra en el documento de relación jurídica (urcundem) . Define Cancillería como una oficina que tiene una organización de la cual emanan documentos de caracteres públicos, ya sea de Reyes, Papas grandes señores feudales, obispos, cabildos, etc. . . Su concepto todavía perdura en la actualidad, cuyos tratadistas más importantes los aceptan.
-Julius Ficker basa sus análisis en la génesis documental; es decir, es el proceso que se sigue en la formación del documento. Establece la distinción entre las dos fases del documento; la Actio que es el hecho jurídico en si y la Conscriptio que la puesta en escrito.
Sin embargo, también destacan otros autores, entre Cesare Paoli que en 1899 en su libro "Programa scol-lastica de paleografía latina di diplomática" define el documento como el testimonio escrito de un hecho de naturaleza jurídica redactado con observancia de ciertas formas, reglas, etc... que van destinadas a dar fe y fuerza de prueba. Este lo pone en relación con el derecho. Su objetivo es discernir lo verdadero de lo falso. Esto se mantendrá hasta 1930.
También destaca Arthur Giry que en 1894 escribe "Manual de Diplomatique" y Bresslau redacta "La Biblia de la diplomática de Alemania e Italia".

LA DIPLOMÁTICA DESDE 1930
Esta idea de documento mantuvo su vigencia hasta 1930-1934, años en que se
produjeron novedades metodológicas en Francia.
Auguste Divage-, un jurista, publicó sus trabajos en la revista "Le Moyen Age". Georges Tessier innovó contemporáneamente en 1930, en la clase  inaugural del curso de diplomática de 1930 en la Ecole des Charles. Para Dumas, lo esencial en el documento era la forma porque "un escrito no se convierte en un documento si no es por la observancia de una forma apropiada". Para Dumas la forma era lo más importante, dado que "todo aquello que está en el documento constituye un molde, independientemente de las circunstancias particulares del caso, pero susceptible de ser aplicado a todos los casos similares". Esta observancia de la forma iba ligada al efecto jurídico, pero la diplomática as puede extender más allá de los documentos que transmiten hechos jurídicos. Los documentos descriptivos del estado de las realidades materiales (inventarios) o narrativos (actas) , que dan derecho o lugar a relaciones jurídicas también pueden ser estudiados. Además, pueden servir para apoyar o confirmar derechos. Por ello, la diplomática es la ciencia de las reglas a las que se somete la producción y presentación del documento.
Para Tessier, "la diplomática es el conocimiento razonado de las reglas formales que se aplican a las actas escritas y documentos asimilados". Para él, el objeto de la diplomática era todo instrumento redactado en forma de prueba, tanto si la cosa a probar, consignada en el escrito, tenia alcance jurídico como si no. En consecuencia, según estos autores, el objeto de la diplomática es cualquier documento redactado con sujeción a normas formales precisas de cualquier época o lugar. Por ello puede ser estudiado por la diplomática cualquier documento que sea redactado en base a normas.
El campo de la diplomática, fuera del tradicional de la Edad Media, ya había sido valorado. Pero conforme se aleja el método de la diplomática de los documentos de la Edad Media, va perdiendo efectividad. Y si se aleja del contexto europeo, el resultado va empeorando.
Se debe entender pues la diplomática como ciencia que estudia los
documentos en base a la forma. Pero se debe explicar la génesis y evolución de esas formas relacionándolas con el contexto social, político y religioso de esas sociedades.
Tras la II Guerra Mundial, por la incomunicación entre el Este y el Oeste, las cuestiones metodológicas se retomaron. Desde la URSS, Jindrich Sebanek, cuya obra fue mal recibida en Europa Occidental, porque no fue entendida, al conocerse su estudio fundamentalmente a través de resúmenes. Apostaba el checo por la función social del documento y su relación con los agentes productores. El documento era producto de determinadas clases y relaciones sociales. Este trabajo no tuvo la trascendencia que debiera.
A partir de 1960, Heinrich Fichtenau y Robert Henri Bautier protagonizaron el debate metodológico occidental. Sus trabajos se publicaron contemporáneamente en 1962. La diferencia entre ellos era el punto de vista. Ficthenau opinaba que con los métodos tradicionales se habia llegado al límite de la diplomática, por lo que proponía una diplomática histórica, que explicara el documentó como producto de una organización burocrática, unas formas sociales, jurídicas y económicas concretas. Ofrecía sus estudios sobre la evolución del preámbulo, habiendo observado la evolución de unos temas que se podían seguir, y que iban vinculados a la religión y el poder. Estos preámbulos eran una fuente para la historia de las ideas de forma clara. El documento mostraba así elementos culturales e ideológicos. Propuso una "orientación histórica" que estudiara el documento en su totalidad con ayuda de ciencias afines.
Bautier propuso una profundización en la línea de su maestro Tessier. Bautier constató que la diplomática había ido reduciendo su campo de estudio, por lo que la solución era ampliarlo a los documentos de tipo administrativo. Por ello propuso como objeto de estudio de la diplomática todos los documentos de archivo (elemento común a los documentos jurídicos y administrativos). Teniendo en cuenta que archivo es el conjunto de documentos que son el resultado del funcionamiento de una institución y que están relacionados orgánicamente con ella.
Por ello para comprender el documento hay que situarlo en su contexto archivístico. Para evitar la confusión entre archivisüca y diplomática, el objeto de ésta última es el documento en ai mismo. En cambio, la archivística estudia el todo documental, y el documento, como parte de un conjunto. La diplomática debe considerar el documento como un hecho de civilización. Asi, se deben realizar estudios diacrónicos de formas, estudios comparativos de cancillerías...
Las propuestas de uno y otro autor levantaron polémica, aunque Bautier no pretendía ir en contra de Fichtenau. Armando Petrucci rechazó la idea de Bautier, ya que incluía en la diplomática cualquier documento de cualquier tiempo y lugar, y eso lo vaciaba de contenido, dado que el significado en la Edad Media era muy diferente a otras épocas. Para Pratesi, las ideas de Fichtenau no eran válidas, mientras que Bautier no le parecía tan nuevo comparado con Tessier, su maestro. Sólo le parecía una ampliación temática del campo de la diplomática.

LA COMISIÓN INTERNACIONAL DE LA DIPLOMÁTICA
Actualmente, el Vocabulaire Internacional de la Diplomatiqup es la obra de referencia de la disciplina, y en él se recogen las ideas de Bautier. Publicado por la Comisión Internacional de Diplomática en Valencia (1994), recoge la definición de diplomática" con la que trabajaremos. Según esta obra, "la diplomática es la ciencia que estudia la tradición, la forma y la elaboración de los documentos escritos. Su objeto es hacer su crítica, juzgar sobre su ingenuidad, apreciar la calidad de su texto, extraer de las fórmulas todos los elementos del contenido susceptibles de ser utilizados por el historiador, de datarlos, y finalmente de editarlos".
Según esta obra, "el objeto de la diplomática sería un documento escrito, en latín, scriptum, scriptura, instrumentum. Un documento escrito es un escrito en el que se encuentra consignado bien el cumplimiento de un acto jurídico, bien la existencia de un hecho jurídico o incluso un hecho cualquiera, desde el momento en que el escrito está redactado según una cierta forma destinada a darle validez".
En primer lugar se estudia la autenticidad de un documento, que no viene dada en relación con la autenticidad histórica de lo consignado. De este modo, la verdad diplomática consiste en averiguar si el documento es lo que demuestra ser, si ha sido emanado por la autoridad o institución que indica, en tal fecha y por tal persona. La autenticidad documental por ello no está ligada a la autenticidad histórica del documento.
En segundo lugar, se estudia su procedencia, el proceso a través del cual ha sido elaborado. En tercer lugar, su grado de originalidad, la forma en que hemos tenido conocimiento del documento. Según el tipo de copia y la forma en que ha llegado hasta nosotros, y la tradición, tendremos datos para valorar si lo creemos o no. Finalmente, se debe estudiar la integridad.
También se estudia la forma en que un documento influye sobre otros. Se debe valorar además quién, de qué modo, dónde y con qué objetivo ha creado el documento, lo que permite iluminar un punto histórico, y además valorar el nexo que une al documento y su contenido con la realidad histórica. Esto nos da un criterio que nos permitirá usar el documento del modo más correcto y útil como fuente histórica. Asi valoraremos mejor el alcance de su contenido, su presentación y la información que nos transmite.
Además, conocer el formulario del documento nos ayuda a su lectura y a transcribirlo mejor. Además, permite conocer la parte formularia, común a los documentos de un mismo tipo, y la parte particular o especifica, que refleja la actividad propia de las personas. Por ello hay que estudiar no sólo la forma, sino también la situación histórica y juridica, la organización burocrática o profesional que le da nacimiento y su contexto cultural y social. Con todo esto se puede interpretar adecuadamente el documento en sus formas, en su gestación y en su transmisión hasta nosotros. Para ello se debe conocer la paleografía, la sigilografía, la cronología, la lingüistica histórica y otras ciencias auxiliares.

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