martes, 7 de mayo de 2013

Tema 5. El Reino de Valencia en tiempos de la Casa de Barcelona


1.   La hegemonía de la monarquía
La política de la monarquía estará encaminada a reforzar las bases del poder real. En este objetivo de la Corona contará con apoyo entre las clases urbanas y burguesas, a las que recompensará a cambio de su soporte en ese fortalecimiento del poder real. Por el contrario, la monarquía obtendrá la oposición de los señores y nobles en general por su marginación en el fortalecimiento del poder real.
En este camino hacia la hegemonía de la Corona, podemos distinguir tres etapas o fases:
1.     Hegemonía monárquica. Abarcaría entre 1238 y 1283, es decir, los reinados de Jaime I y Pedro el Grande.
2.     Reacción de la nobleza. Desde 1283 hasta 1329. Reinados de Alfonso “el Liberal” y Jaime II. Coincidiría con la Unión Aragonesa.
3.     Ruptura. Entre 1329 y 1348. Se producirá la ruptura de la alianza entre monarquía y ciudades.
La primera de las etapas coincide con la conquista de la capital, consolidación de los Fueros, consolidación del aparato administrativo. No obstante, el control del Reino de Valencia no era total, pues hubo revueltas musulmanas, en que las primeras estallan entre 1247 a 1258, amenazando la dominación cristiana. Entre 1266-67 tendrá lugar la última insurrección islámica que será finalmente sofocada. Aparte de esas revueltas musulmanas el frente de la nobleza se oponía a los avances del poder de la Corona. Los nobles aragoneses se oponían a la extensión del Fuero de Valencia e incluso algunos tomaban posiciones más radicales añadiendo a Valencia como territorio aragonés. En lo que respecta a aquellos nobles catalanes que participaron en la conquista, estos habían hecho fortuna al servicio del rey, obteniendo también sus prerrogativas y privilegios, por lo cual accedieron a cargos administrativos pues pensaban que esta sería una fórmula eficaz para promocionar social y políticamente. Algunos linajes de la alta sociedad valenciana saldrán de esos funcionarios reales que se habían puesto al servicio del rey.
Coincidiendo con la revuelta de Al-Azraq  en 1265, recordando que la Costum se extiende por todas las tierras valencianas. Esta situación va a provocar  esta reacción, que se pondrá de manifiesto en las Cortes de Zaragoza, celebradas en 1264, porque solicita ayuda para acudir a la campaña en contra de una nueva revuelta acaecida en el Reino de Murcia. Entre el año actual y el siguiente (1265-1266) se producirá la revuelta en territorio castellano (Murcia) que sofocará el suegro del rey castellano Alfonso X. Los nobles se negarán a sufragar esta campaña, y precisamente en estas Cortes Generales los nobles aragoneses presentan sus agravios al rey y solicitan que el Fuero de Aragón se mantenga en todo el territorio valenciano en aquellos señoríos que pertenecían a la nobleza aragonesa. En un principio Jaime I aceptó el mantenimiento de los Fueros Aragoneses en los señoríos donde estaba implantado, pero en las Cortes Valencianas de 1271 Jaime I vuelve a confirmar que los Fueros de Valencia deben aplicarse de forma general en todo el Reino.

2.   La reacción nobiliaria

Es en el reinado de Pedro III (1239-1285) cuando se intensifica el enfrentamiento entre monarquía y nobleza. En octubre de 1283, tras Jaime I dictar que debían regir los fueros valencianos en todo el territorio, los nobles aragoneses se alían en la “Unión Aragonesa” aprovechando un momento de dificultades para la Corona, especialmente en la política exterior. Los nobles aragoneses presionarán y conseguirán del rey importantes concesiones recogidas en el llamado Privilegio General de Aragón. Entre estas concesiones, la más importante vuelve a ser la validez del Fuero de Aragón para los aragoneses residentes en tierras valencianas.
El origen de esta disputa es la naturaleza de los fueros. El Fuero de Aragón era menos proclive al dominio real, todo lo contrario que los Fueros de Valencia que aplicaban un reforzamiento de la figura monárquica. Tras esta concesión, finalmente el rey firmará el llamado Privilegium Magnum en el que, de nuevo, se reconoce únicamente el Fuero de Valencia para todas las tierras valencianas.
Alfonso III “el Liberal” (1285-1291). Cambia la balanza a favor de la monarquía, y en 1286 se ve obligado a aplicar el Fuero de Aragón en todo el Reino de Valencia. Para el cumplimiento de esta concesión incluso un ejército aragonés entró en territorio valenciano devastando las huertas de Morvedre y de Valencia, se sucedieron varios enfrentamientos armados entre nobles y oficiales reales valencianos. La propia ciudad de Valencia fue poco a poco alcanzando ese protagonismo en pro de los fueros y privilegios del Reino de Valencia. La consecución de sus pretensiones por parte de la nobleza aragonesa tuvo como consecuencia la creación de un mayor número de señoríos, al mismo tiempo que se va enajenando patrimonio real a favor de los nobles. En época de Alfonso III los comerciantes catalanes, gracias a la anexión de nuevos territorios, tendrán una hegemonía comercial en el Mediterráneo Occidental.
En el reinado de Jaime II “el Justo” (1291-1329) se vuelve a mirar hacia la península sin olvidar el Mediterráneo. Es el momento en que se conquista Murcia, se produce la cruzada contra Granada que afectó de forma directa al Reino de Valencia. Esta política modificará las fronteras del reino, alejando la posibilidad de una invasión granadina. Sí hubo un intento, por parte del Reino de Granada, de invadir el Reino de Valencia tanto por tierra como por mar, atacando la Vila, Penáguila, Alcoy, la zona de Cocentaina… Poco después volverán a hacer una nueva incursión, sobre todo en el litoral valenciano (Denia, Alicante,…) provocando cada vez más el sentimiento de terror y odio hacia los musulmanes, tanto los granadinos como los mudéjares de los que se pensaba que eran directos colaboradores. Aunque Alicante no tenía frontera directa por tierra con Granada, sí era zona fronteriza con Castilla e indirectamente con Granada: musulmán significaba “persona sospechosa”. Este clima de odio y de sospecha va a generar un descenso considerable en cuanto al número de mudéjares (80% a 30%) entre los siglos XIII y XVI), debido a los ataques pero también las envidias por las actividades económicas que desempeñaban los musulmanes. Estas violencias estallaron fundamentalmente en tres momentos clave:
-       1391. Se producirán estallidos de violencia musulmana. Es también el año de los pogroms judíos.
-       1455.
-       1521.
En el s. XIV para poner fin a esas posibles amenazas por parte del Reino de Granada y por motivos económicos para asegurarse la ruta comercial del norte de África, sobre todo en beneficio de los comerciantes catalanes, Jaime II proyecta una cruzada conjunta entre Castilla y Aragón dirigida hacia Granada, el último reducto musulmán en la Península. Esta campaña asignaba para Aragón la conquista de Almería. La expedición, de 1309 contó con un importante apoyo financiero y militar, pero resultó un auténtico fracaso, lo que llevó al rey a abandonar cualquier otra tentativa sobre territorio granadino.
Ante este fracaso contra el Reino de Granada, pero siempre teniendo presente el peligro que podía tener, la defensa del reino valenciano es asumida por una nueva orden militar: la Orden de Santa María de Montesa. Fue fundad en junio de 1317 por el Papa Juan XXII mediante una bula. Se le asignan los bienes de los templarios, y tendrán su sede en el castillo del mismo nombre, en una sede fronteriza del reino, y que evitará un crecimiento desmesurado por parte de los hospitalarios. No obstante, el  surgimiento de la orden también estaba interesado por por diversos motivos: el defender la frontera sur de Valencia, la anexión a Castilla de Murcia con el Tratado de Torrellas y de Elche.
En la década de 1414 tiene lugar la conquista de Cerdeña, momento en que por primera vez en la expansión mediterránea de la Corona de Aragón[1] pone de acuerdo los intereses de la Corona y los intereses valencianos. Para financiar esta campaña la propia ciudad de Valencia aporta 350.000 sueldos, y serán principalmente los nobles los que obtengan donaciones como feudos y tierras en esta nueva isla, además de permitírseles el participar en la administración y el gobierno de la misma.
En el reinado de Alfonso IV “el Benigno” (1327-1333) cuando, en las Cortes Generales de 1329-1330, encuentre una solución a esa disputa por la divergencia de fueros. Reconocerá el monarca a los nobles aragoneses amplísimas distribuciones a que renuncien de forma total al fuero de Aragón y acepten el fuero valenciano.[2] También la nobleza va a tener la posibilidad de participar en el gobierno municipal que hasta ese momento les había estado prácticamente vedado, pudiendo participar en los devenires de la política urbana. Por tanto, este monarca conseguirá la implantación total del Fuero de Valencia

3.   La divergencia entre la monarquía y sus ciudades

La renuncia por parte de la nobleza aragonesa no fue gratuita, sino que a cambio obtuvieron amplias prerrogativas y privilegios, lo cual favoreció todavía más la señorialización del Reino de Valencia y ese equilibrio iba a favor de la nobleza. Esta circunstancia marcó un punto de inflexión en la relación que la Corona había mantenido con las ciudades y la tradicional alianza entre ambos acabó en un claro enfrentamiento. La principal causa era que el patrimonio real se había visto mermado en las sucesivas donaciones realizadas a la nobleza, reduciendo la fuerza de las ciudades. Se dio el caso de que Alfonso “el Benigno” trató de realizar una donación al infante no heredero Fernando de una serie de ciudades importantes dentro del Reino de Valencia (Castellón, Morvedre, Alzira, Novelda, Alicante, Guardamar, Orihuela…) y suponía una desmembración del reino. Ante este intento, la ciudad de Valencia se alzó en defensa de la unidad e integridad del reino, y una delegación enviada por la propia capital le obligó a que revocase su concesión. Esto nos da una idea de la limitación del monarca tanto hacia las ciudades como hacia la nobleza.
Esta relación se va a romper de forma definitiva, provocando el avance del autoritarismo monárquico, bajo el reinado de Pedro IV “el Ceremonioso” cuando tiene lugar la llamada Guerra de la Unión en 1347-1348. Este enfrentamiento monarquía-ciudades desembocará en un triunfo de la monarquía y romperá el modelo “pactista” que había predominado hasta el momento. Coincide esta Unión con un período de carestías y de hambre, y supondrá el inicio de un período bastante adverso y complicado y cuyo malestar desembocará en una serie de conflictos hacia mediados del s. XIV.


[1] Esta expansión respondía a intereses catalanes por controlar el comercio en el Mediterraneo Occidental y Central.
[2] Le concederá mayor poder para ejercer la jurisdicción en sus señoríos valencianos a cambio de que acepten de forma definitiva el Fuero Valenciano.

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