En marzo de 1830 Fernando VII
dictó la Pragmática
Sanción, por la cual se anuló la Ley Sálica, establecida
por Felipe V, que impedía reinar a las mujeres. Esto significaba que Carlos
María Isidro quedaba apartado del trono, lo que supuso una afrenta para los
carlistas y les llevó a la conspiración carlista de La Granja, en septiembre de
1832. Así se fueron delineando dos facciones, los ultrarrealistas o carlistas
por un lado, y los realistas moderados y los liberales conservadores por otro.
La muerte de Fernando VII supuso el inicio de la transición hacia el
liberalismo, y de 1833 a
1840 se dio la regencia de María Cristina de Borbón, seguida de 1840 a 1843 por la de
Espartero.
Esa década estuvo marcada por la I Guerra Carlista, que
duró desde 1833 hasta 1840, conocida en las tierras valencianas como la Guerra de Cabrera. Desde
1833 la actividad carlista en tierras valencianas fue muy activa, sobre todo en
el norte de Castellón, en las comarcas del Maestrazgo, Ponts y Serranos. A los
partidos carlistas se adhirieron muchos voluntarios realistas, dirigidos por el
barón Hervés, proclamando a Carlos María Isidro como rey. En noviembre de 1833
tomaron la ciudad de Morella, lo que se considera el inicio simbólico de la
guerra carlista en el País Valenciano.
En cuanto a los sectores sociales
que apoyaron al carlismo, podría hablarse de la alta nobleza, que pretendía
mejorar su status y patrimonio mediante el mantenimiento de ciertos resortes
del Antiguo Régimen. La
Iglesia también fue una de las principales promotoras del
carlismo, como muestra la figura del obispo de Orihuela, Herrero Valverde, y
los famosos curas guerrilleros. Pero también hubo un gran apoyo al carlismo por
parte del campesinado más empobrecido. Concretamente, el carlismo encontró un
gran apoyo en el norte de Castellón y el Bajo Segura, como han estudiado
Evarist Olcina, Jesús Millán y Jordi Canal.
El instrumento bélico principal
del carlismo fue la guerra de guerrillas. A partir de 1835 Ramón Cabrera tomó
el mando de las fuerzas carlistas en territorio valenciano, tras la muerte de
su anterior líder, Carnicer, llegando a contar con unos 4.000 hombres. Ramón
Cabrera, el tigre del Maestrazgo, nació en Tortosa, y después de estar en el
seminario, que abandonó, protagonizó un ascenso muy rápido dentro del ejército
real. Destacó como líder militar carlista, llevando a cabo ataques contra
Villareal, Utiel y por sus intentos de sitiar las ciudades de Valencia y
Castellón.
En 1837 llegó a la provincia de
Alicante la expedición carlista de Forcadell, lugarteniente de Cabrera. Ocupó
Orihuela a finales de marzo de 1837, encontrando grandes adhesiones. Entonces
se organizaron milicias liberales desde Alicante para acabar con los carlistas,
que tuvieron que huir hacia Elche y posteriormente en dirección a Almansa,
donde consiguieron hacerse fuertes. En 1837 Cabrera ocupó Burjassot, llevando a
cabo una violenta represión contra los isabelinos, que se saldó con más de 700
ejecutados, en represalia por el asesinato de su madre por fuerzas liberales.
En 1838 la guerra se centró en
las comarcas del Maestrazgo y los Puertos. La ciudad de Morella se convirtió en
un fortín inexpugnable de las fuerzas carlistas, constituyéndose en sede de la
estructura administrativa de la facción. Finalmente, en 1839 Espartero y Maroto
firmaron el Convenio de Vergara, que ponía fin a la guerra en el norte de
España, ya que en el País Valenciano Cabrera no reconoció el convenio y prosiguió
las operaciones militares, fortificándose en Morella. Libre del frente norte,
todo el ejército isabelino, dirigido por Espartero y O’Donnell marchó hacia el
País Valenciano, y en mayo de 1840 consiguieron la caída de Morella, con lo que
se produjo el fin de la guerra carlista en tierras valencianas y en toda
España. Cabrera hubo de exiliarse.
El más importante es la Segunda Guerra
Carlista (1872- 1876), fue mucho menos importante que el carlismo de la primera
guerra. De nuevo la zona del Maestrazgo es la zona más importante en este territorio, pero no
consiguieron controlar territorios amplios.
En cuanto al carlismo,
desaparece tras el final guerra carlista en 1876 y se constituye en torno al integrismo católico que sigue
defendiendo ya no el absolutismo, pero si una religión con peso claro de la
doctrina católica y la Iglesia
como institución en la vida publica a través de organizaciones moderadas. Una
vez que el carlismo ve que no tienen continuidad y que no van a conseguir
hacerse con el poder, se abandona esa vía y se incorporan formas de actuación
mas modernas, reflejadas en este integrismo católico que acaba pidiendo el voto
para los conservadores o incluso presentándose ellos mismos a las elecciones,
con lo que ya participan de la vida política. Sin embargo, este integrismo
estaba muy dividido y le hacia perder peso y votos, a pesar del apoyo de la Iglesia católica.
Ya a principios del siglo XX hay propuestas de formar
partidos y ligas católicas para defender los derechos de la Iglesia y de la religión.
En la ciudad de Valencia tuvieron un peso muy importante, así que nos
encontramos con el enfrentamiento entre los dos extremos, un radicalismo republicano
importante y con peso y este integrismo católico.
Además, debemos mencionar la creación de esas Ligas
católicas con su propia prensa, que convocan manifestaciones, realizan discursos
en la calle para contrarrestar la importancia republicana de la ciudad, es decir, si querían conseguir algo tenía que
intervenir activamente. En la provincia de Alicante hubo dos centros
importantes:
-En Orihuela (sede del obispado) donde nos
encontramos el periódico de La lectura
popular (periódico muy barato con un
leguaje sencillo, provocador y con
muchas ilustraciones, de ahí su arraigo entre gente con un nivel
cultural bajo, es decir, la mayoría de la población). A pesar de la anterior
condena de la Iglesia
a la prensa, ahora se da cuenta de la importancia que tenia para la difusión de
ideas y ellos mismos crean sus periódicos de ideas católicas.
-Y el otro centro importante era la propia ciudad de Alicante
con un pequeño círculo católico, pero
muy activo y que se configuraba entorno
a la figura de Emilio Senante Llaudes y
de su hijo, pero sobre todo, tenemos que decir que las formaciones de
integristas católicos prevalecían en importancia en la ciudad de Valencia.
La presencia del integrismo católico tuvo su auge
fundamental en la primera mitad del siglo XX, cuando estalla el enfrentamiento
entre el clericalismo y el anticlericalismo en torno a una serie de
acontecimientos.
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