lunes, 7 de junio de 2010

UNA «CARTA AL DIFUNTO (Papiro Leyden 371)

«Al excelente espíritu de Ankhiry: ¿Qué crimen cometí contra ti para haber llegado a esta miserable situación en la que me encuentro?, ¿qué es lo que te he hecho? Lo que tú has hecho es poner la mano sobre mí, aunque yo no había cometido crimen alguno contra ti. Desde que yo vivía como marido contigo hasta el día de hoy ¿qué hice contra tí que hubiera tenido que ocultar?, ¿qué es Go que hice) contra ti? Lo que has hecho es que yo tenga que presentar esta acusación contra ti. ¿Qué es lo que te he hecho? Voy a presentar un litigio contra ti con palabras de mi boca ante la Enéada de Dioses que está en Occidente, y se decidirá entre tú y yo (por medio de) este escrito... ¿Qué es lo que te he hecho? Te hice mujer (casada) cuando yo (aún) era joven, y estuve contigo mientras ocupaba todo tipo de cargos. Estuve contigo y no te alejé. No permití que tu corazón sufriera. Y lo hice cuando era joven y ocupaba todo tipo de cargos importantes para el Faraón, v.p.s. Y no te aparté diciendo: "Ella ha estado (siempre) con(migo)" —así hablé yo. Y (respecto a) cualquiera que llegara a mí en tu presencia, no lo recibía por atención a ti, diciendo: "Actuaré de acuerdo con tu deseo." Y ahora, mira, no permites que mi corazón se reconforte. Seré juzgado contigo, y se discernirá la maldad de la justicia.

Mira, cuando adiestraba a los oficiales para el ejército del Faraón, v.p.s., y su caballería, (hice) que ellos vinieran y se tendieran sobre sus vientres ante ti, trayendo todo tipo de buenas cosas, para depositarlas ante ti. Nada oculté de ti en tu día de vida. No permití que sufrieras dolor alguno de cualquier cosa que yo hubiera hecho contigo a la manera de un señor. Ni me encontraste desatendiéndote (?) a la manera de un campesino que entra en una casa extraña. No permití que hombre alguno pudiera echarme en cara algo que yo hubiese hecho contigo. Y cuando me colocaron en el puesto en el que (ahora) estoy, fui incapaz de marchar, según mi costumbre (?), y llegué a hacer lo que uno como yo hace cuando está en el hogar, (respecto a) tus ungüentos, tus provisiones igualmente, y también tus ropas; y te fueron traídos; no los puse en otro sitio diciendo: "La mujer está aquí" —así hablé yo. Además, no te descuidé.

Pero, mira, no aprecias el bien que hice contigo. Envío (el mensaje) para hacer que conozcas lo que estás provocando. Cuando enfermaste del mal que tuviste, yo (hice que viniera) un médico que te trató, y él hizo todo aquello de lo que tú le dijiste: "Hazlo". Y cuando acompañé al Faraón hacia el sur y llegó a ser en ti esta condición, pasé el total de ocho meses sin comer ni beber como es uso de la gente. Y cuando llegué a Menfis, solicité (dejar) al faraón, y (corrí) al (lugar) en que tú estabas. Lloré tremendamente junto con mi gente en presencia de mi barrio. Proporcioné ropas de lino para ataviarte; hice que se fabricaran muchos vestidos, y no dejé que ninguna cosa buena no fuese hecha para ti. Pero no distingues el bien del mal. Se decidirá entre tú y yo. Mira, las hermanas de la casa, no he entrado en ninguna de ellas.»

BIBLIOGRAFÍA: En general sobre las "Cartas al Difunto" véase A. H. Gardiner y K. Sethe, Egyptian Letters to the Dead mamlyfrom the Old and Míddle Kingdom, Londres, 1928 (reseña de B. Gunn, en JEÁ, XVI (1930), págs. 147-155); R. Grieshammer, "Briefe an Tote", LA, I, 864-870. Véase también A. H. Gardiner, "A new letter to the dead", JEÁ, XVI (1930) págs. 19-22; A. Piankoff y J. J. Clére, "A letter to the dead un a bowl in the Louvre", JEÁ, XX (1934), págs. 157-169; W. K. Simpson, "A letter to the dead from the tomb of Meru (N 3737) at Nag'ed Der", JEAy LII (1966), págs. 39-50; id., "A late Oíd Kingdom letter to the dead from Nag'ed Der N 3500", JEÁ LVI (1970), 58-64. Para el Papiro Leyden 371 cfr. Gardiner y Sethe, Egyptian letters,.., págs. 8-9 y 23-25 y Gunn, JEA XVI (1930), pág. 153.

COMENTARIO: Las "cartas al difunto" constituyen un tipo de documento particularmente curioso y revelador de las relaciones entre vivos y muertos según las creencias egipcias. El remitente es normalmente un familiar o allegado que plantea una reclamación o solicitud muy concreta: alivio para una enfermedad, lucidez y consejo a la hora de tomar decisiones importantes, auxilio contra abusos, ayudas en pleitos o cuestiones de herencia, e incluso el deseo de concebir un hijo varón. Se parte del presupuesto de que el difunto se convierte en un espíritu poderoso de quien se puede incluso exigir, en contrapartida por el culto funerario, que intervenga en favor de sus parientes vivos y en cualquier caso que no les perjudique o les haga daño. Además de la forma epistolar, estos documentos contienen muchos giros y expresiones relacionados con la administración de justicia: si el espíritu incumple sus obligaciones se le puede amenazar con llevarlo a un tribunal celestial, presidido por un "Gran Dios", en quien alternativamente se ha querido ver a Re (el primitivo juez de los muertos) o a Osiris, e incluso al Faraón muerto; en el Papiro Leyden es la Enéada de Dioses de Occidente (que sin duda incluiría a Osiris) la que es invocada. Normalmente se escribía sobre recipientes de cerámica, sin duda destinados a contener algún alimento o bebida como ofrenda funeraria, aunque en algunas ocasiones, si el texto era largo, podía utilizarse el lino o el papiro (como el documento que presentamos). Por supuesto debía depositarse en la tumba del individuo invocado o en sus proximidades, para asegurar la eficacia del comunicado. Estos textos tienen su origen a fines del Imperio Antiguo (VI Dinastía) y Primer Período Intermedio, coincidiendo con épocas turbulentas y de angustia, y también con profundos cambios en las creencias funerarias (difusión de la religión osiriana), extendiéndose en el Imperio Medio y épocas posteriores. Se trata de una práctica que guarda notables similitudes con lo que en el mundo grecorromano serán las llamadas tabellae defixionum. El Papiro Leyden 371, que al parecer se encontró adosado a una figurilla femenina, contiene las quejas y amenazas que un viudo presenta contra su esposa, a la que claramente responsabiliza de una desafortunada situación de la que nada se especifica. Aunque el relato es rico y colorista, mencionándose el servicio al faraón y determinadas actividades, no es posible precisar datación y reinado. Parece un documento de la XIX Dinastía, y en cualquier caso de época tardía, escrito en neoegipcio descuidado y lleno de faltas, que dificulta la traducción y ha hecho que algún autor lo considere más bien un ejercicio de escriba.

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