El templo funerario de la Capilla blanca fue descubierto por el arqueólogo francés H. Chevrier, quien dirigió las excavaciones de Karnak desde 1926 a 1954, con una interrupción durante la Segunda Guerra Mundial. Éste acaba de vaciar el tercer pilón, excava y comienza a recolocar de nuevo en su sitio el segundo, explora el patio del Imperio Medio y se encarga de recolocar los monumentos reutilizados en el Imperio Nuevo, que luego publicará, es decir, la capilla-embarcadero en alabastro de Amenofis I, la «capilla blanca», y la capilla de Hatshepsut.
Hacia el 2060 a. J.C. Egipto salió de una larga crisis. Durante dos dinastías, la XI y la XII, de 2133 a 1785, tres linajes faraónicos, los Montuhotep los Amenemhat y los Sesostris, gobernaron un país otra vez próspero cuya obra arquitectónica, desgraciadamente, ha desaparecido casi por completo. Algunos monumentos, desmontados con sumo cuidado, fueron usados como cimientos de sus propios edificios por los reyes del Imperio nuevo. Sin embargo, es posible admirar la «capilla blanca» de Sesostris I, reconstruida por el arquitecto francés Chevrier y expuesta en Karnak, en el «museo al aire libre». La elegancia de la geometría, la belleza de la piedra caliza y la delicadeza de los jeroglíficos, así como la perfección de las escenas esculpidas, son aspectos que evocan la «edad clásica» del Imperio medio, semillero de grandes obras literarias como La historia de Sinuhé, una auténtica novela de espionaje que relata la misión de un dignatario egipcio en el extranjero y su regreso a casa.
La arquitectura del Imperio Medio, aunque es aún relativamente poco lo que conocemos de la arquitectura religiosa del Imperio Medio. A pesar de saber que los faraones de esta época, y especialmente los de la Dinastía XII, desplegaron una gran actividad constructiva tanto en el Alto como en el Bajo Egipto, actividad a la que ya hemos hecho alusión en las páginas precedentes, muy pocos son en cambio los templos que han conservado unas estructuras mínimamente significativas que daten del Imperio Medio. En todo caso, es ya un dato muy importante en sí el poder constatar, de una u otra forma, la existencia de trabajos edílicios que se fechan en el Imperio Medio en un gran número de templos y santuarios egipcios. Esta importante actividad, extendida a todo el país, documenta probablemente los primeros trabajos para sustituir la primitiva arquitectura mayoritariamente de barro y materiales perecederos, por arquitectura enteramente en piedra. No obstante, la magnitud presumible de estos trabajos no se corresponde con lo que se ha conservado de ellos, tan intensa ha sido la actividad constructiva desarrollada en los mismos templos durante el Imperio Nuevo, actividad que por lo general ha dejado las construcciones del Imperio Medio reducidas a algunos bloques decorados, que se han conservado fuera de contexto o simplemente reutilizados en construcciones posteriores.
De entre los edificios religiosos del Imperio Medio de los que se ha conservado la estructura hay que destacar el templo de Medinet Madi en el Fayum, consagrado a la diosa Renenutet, protectora de las cosechas, y al dios Sobek, patrón del oasis. El templo fue erigido por Amenemes III y Amenemes IV y destaca por su pureza de líneas así como por la sencillez de su planta, en la que una sala hipóstila da acceso a tres capillas.
Pero sobre todo debemos recordar la llamada Capilla Blanca de Sesostris I en Karnak. Es esta una pequeña capilla que debía erigirse en el interior del recinto del templo de Anión en Karnak, Tebas. Sin embargo, fue desmontada durante el Imperio Nuevo y sus bloques han sido hallados en época reciente en los cimientos de un pilono de Amenhotep III, de modo que ha podido ser reconstruida como si de un gran rompecabezas se tratase, pero en cambio ignoramos cuál era su situación exacta dentro del gran templo. La capilla de Sesostris I estaba construida con bloques de piedra caliza blanca muy fina, y de ahí el nombre que se le ha atribuido modernamente. Está formada por un zócalo cuadrangular elevado, al que se accede por dos escalinatas situadas en costados opuestos y sobre el que se levantan dieciséis pilastras que sostienen los arquitrabes y el tejado de forma de terraza. Toda la capilla está decorada con delicados jeroglíficos polícromos de perfecta ejecución. Este monumento, en suma, es una excelente muestra de la extraordinaria belleza de la arquitectura egipcia, ya desde principios de la Dinastía XII.
Las obras de la época testimonian un refinamiento que aúna la tradición del Imperio Antiguo con una sobriedad más próxima a lo humano. Se percibe una sensibilidad muy parecida en la producción artística, sea del tipo que sea, desde la arquitectura hasta las artes menores. La Capilla blanca ofrece una pureza de formas destacable y que se encuentra de nuevo tanto en la austeridad del templo de Qasr es-Sagha como en la simple disposición del de Medinet Madi.
Si bien dejaron de construirse pirámides gigantes de piedra tallada como las de la llanura de Gizeh, no por eso se abandonó el símbolo. Los faraones de la época se contentaban con pirámides más modestas, algunas casi enteramente de ladrillo. No obstante, un lugar como List, al sur de El Cairo, da fe de una grandeza todavía perceptible, pese a los ataques infligidos a los conjuntos funerarios de Sesostris.
Amenofis III reutilizó sus construcciones para el relleno del tercer pilón: un embarcadero ritual en alabastro de una gran finura, donde aparece asociado a Tutmosis I, una copia en piedra caliza de la capilla blanca de Sesostris I, y diversos fragmentos procedentes de habitaciones reconstruidas más tarde por Tutmosis III.
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