martes, 15 de junio de 2010

Edad de los Metales

1. Las interpretaciones del Megalitismo

La función de los megalitos fue malinterpretada durante largos siglos. Se pensó que eran antiguos templos, santuarios, etc., hasta que en el siglo XVIII se empezaron a excavar y se descubrió que contenían restos humanos en su interior, quedando así claro su papel funerario. A partir de este momento nació el interés por averiguar quién los construyó y si fueron obra de una única cultura.
Siret, uno de los grandes arqueólogos del siglo XIX, lanzó una teoría novedosa sobre el origen de este fenómeno en la Península Ibérica, relacionando los megalitos del territorio peninsular con las tumbas micénicas. Hay que tener en cuenta que en ese momento él estaba excavando los túmulos de Los Millares y todos los materiales que encontraba le sugerían unas claras reminiscencias orientales. A pesar de que este planteamiento fue bien aceptado por la comunidad científica, posteriormente se demostró que las cronologías hacían que esta hipotética relación con el Egeo fuese inviable.
Gordon Childe replanteó el tema pero tomando como modelo los sepulcros en corredor cretenses del III milenio a.C., que se aproximaban más a los megalitos del Sur de la Península Ibérica, en vez de las tumbas micénicas, que eran posteriores. Defiende la existencia de unos “misioneros megalíticos” que trajeron una nueva religión que se caracterizaba por el megalitismo. Habrá que esperar hasta los años sesenta del siglo XX para que gracias a la realización de unos estudios de C14 se rechazasen estas teorías.
Bosch Gimpera, sin embargo, planteó exactamente lo contrario. Analiza este fenómeno desde una visión autóctona, de manera que para él el megalitismo surge de la propia tradición epipaleolítica. Las dataciones absolutas de los años sesenta le darán la razón a las teorías occidentalista o evolucionistas, ya que se demostró que el megalistimo occidental era más antiguo que el del área mediterránea y mucho más que las tumbas micénicas o las pirámides.
El problema consistía ahora en explicar si el fenómeno megalítico nació en algún lugar de Europa y desde allí se extendió rápidamente por todo el continente o si, en contraposición a las teorías del origen único, tuvo un origen poligénico o a partir de varios focos desde donde se difundiría. A priori parece difícil de aceptar que una misma idea surgiese en distintos lugares y al mismo tiempo, pero la defensa del origen único también plantea problemas: a pesar de que se transmitiese por las rutas comerciales y de intercambio de la época y que los pescadores lo hiciesen llegar a otros lugares por vía marítima, ¿cómo pudo expandirse tan rápidamente a partir de un único foco originario?

2. La metalurgia en la Península Ibérica

A pesar de que el descubrimiento del metal supuso una gran revolución, parece ser que no tuvo un papel determinante, sino que simplemente fue un elemento más dentro del proceso de cambios que dio paso a una sociedad más compleja, vinculada a una mayor especialización agrícola y ganadera y al incremento de los intercambios. Esta importancia relativa de sus primeros momentos es debida a que los primeros objetos que se realizaron en metal fueron adornos y artículos de lujo, sin que se emplease este nuevo material para desarrollar o mejorar, por ejemplo, el utillaje. Habrá que esperar muchos años para que empecemos a encontrar aplicaciones más útiles del metal, que inicialmente no fue más que otro elemento de prestigio.
Para encontrar los antecedentes de la metalurgia debemos remontarnos al Paleolítico. Algunas de sus comunidades ya sabían que unas ciertas piedras eran distintas de las demás. Las tomaban y guardaban, seguramente porque les resultaban llamativas. Está documentado que ya desde el Neolítico se excavaban galerías para la obtención de sílex, siguiendo procedimientos de minería que son idénticos a los necesarios para la obtención de los metales. Por lo tanto, si no empezaron a trabajar el metal en el Neolítico no fue porque desconociesen la materia prima o porque no supiesen cómo obtenerla, sino por razones distintas. El cobre requiere una temperatura cercana a los 1.083º para alcanzar el grado de fundición, que es más calor del que podía generar un horno para cocer cerámica de época neolítica, los cuales no superaban los 1.000 º. A pesar de que será necesario desarrollar el horno con toberas para mantener el calor durante un período más prolongado, podemos ver que el hombre también disponía de la tecnología necesaria para desarrollar la metalurgia. Como ya hemos visto, para llegar a la metalurgia del cobre no fueron necesarios grandes cambios o innovaciones tecnológicas respecto al momento inmediatamente anterior ni tampoco en el ámbito económico. Para el trabajo del metal eran necesarias una cierta estratificación y especialización del trabajo, la cual ya existían desde el Neolítico. Será el aspecto social, sin embargo, el que marque la diferencia: las elites incorporarán el metal como elemento de prestigio en forma de adornos, puñales…
Era una actividad sencilla y basada en unos recursos ya conocidos, por lo que sólo era preciso que se les ocurriese la idea. El cobre era un metal de fácil obtención y muy dúctil, lo que hacía que su trabajo fuese muy sencillo. Para darle más dureza se mezclaba con otros componentes, principalmente con arsénico. La aleación con estaño no se producirá hasta mucho más tarde, en parte porque el estaño era un metal que no se encontraba en todos los sitios, de manera que cuando se convierta en épocas posteriores en un elemento imprescindible para la elaboración del bronce será necesario obtenerlo a través de las grandes rutas y redes de intercambios.
Al no ser un proceso complejo resulta lógico que apareciese en distintos focos al mismo tiempo, de forma que podemos hablar de un origen poligénico. Así, el trabajo del cobre surgió en el Próximo Oriente, pero también se dio de forma independiente en los Balcanes, lo cual sabemos gracias a que los elementos que aparecen en ambos contextos son completamente diferentes. Es posible que incluso su introducción en la Península Ibérica se realzase a través de distintos focos. Vamos a encontrarnos varias teorías que explican la difusión de la obtención y trabajo del metal y que podemos resumir en dos, el difusionismo de Childe y el autoctonismo de Renfew. Para Childe la metalurgia nace en Mesopotamia y se transmite a través de Anatolia hacia Europa. Renfew, sin embargo, cree en la implantación y difusión a partir de varios focos autóctonos, donde los pueblos de las estepas europeas, una especie de comunidades protoindoeuropeos, serán quienes extiendan a partir de los mismos tanto la metalurgia como la cultura del Vaso Campaniforme.
En el caso concreto de la Península Ibérica, la presencia del cobre no se generalizó hasta la llegada de la cultura el Vaso Campaniforme, en la segunda mitad del III milenio a.C. A nivel general, podemos afirmar que el carácter revolucionario de esta época queda reflejado más que en la aparición de la metalurgia en el desarrollo que va a tener lugar en estos momentos, con una protourbanización de los poblados y mejoras de las infraestructuras, que indican un aumento demográfico y una población de los lugares de hábitat más prolongadas. También tuvo lugar la eclosión de las producciones secundarias.
Mientras que durante buena parte del Neolítico el aprovechamiento de los animales quedaba restringido al consumo de carne, ahora se generalizará su empleo como fuerza de tiro, para la obtención de lana y leche, elaboración de queso… Las sociedades igualitarias megalíticas de finales del Neolítico van a dar paso a una sociedad megalítica más jerarquizada, que aunque sigue caracterizándose por el uso de un espacio colectivo para los enterramientos se basa en una sociedad de jefaturas. La metalurgia será un elemento más en este contexto de cambio, sin llegar a alcanzar más importancia que el resto de elementos sino más bien todo lo contrario, ya que su presencia será muy poco significativa.

3. El campaniforme a la Península Ibérica

Esta cultura se fue configurando, según se ha averiguado más sobre ella y su dispersión, en una gran cultura europea que se originó en la Península Ibérica.
La cultura del Vaso Campaniforme, a pesar de estar situada dentro de la Edad del Cobre, marca una transición del Calcolítico a la Edad del Bronce debido a que supuso una ruptura con el mundo de Los Millares y a que aputa ya hacia los cambios que llegarán con la Edad del Bronce.
En las décadas de los sesenta y setenta del siglo XX un investigador alemán, Sangmeister, planteó su modelo del flujo y reflujo, según la cual el Campaniforme nació en Portugal y se expandió por Euorpa, donde entró con contacto con otras culturas orientales y absorbió algunas de sus influencias, regresando atrás, a las tierras más occidentales, en un proceso de reflujo. Hoy en día no parece estar claro que ocurriese así y el mundo académico apuesta más por la existencia de diversos focos poligénicos, dando lugar cada unno de ellos a un tipo distinto de Campaniforme, por lo que no existiría una única cultura del Vaso Campaniforme.
Las evidencia más antiguas disponibles son de en torno al año 2250 a.C. Distinguimos varios tipos:
- Campaniforme marítimo.
- Campaniforme cordado.
- Campaniforme mixto.
Los complejos campaniformes tardíos, se dan en torno al año 2500-2300 a.C., y son los de Palmela, Ciempozuelos, Salamó y Carmona, y que comparten una serie de elementos comunes en sus ajuares, como los puñales de lengüeta y los brazaletes de arquero.


4. Compara de manera esquemática (en el cuadro) los siguientes aspectos entre el Calcolítico y la Edad del Bronce

Poblados

Calcolítico Edad del Bronce
Se caracteriza por la gran dispersión de los poblamientos y el pequeño tamaño de los mismos. Al contar con un reducido número de habitantes.
• Sus asentamientos ocupan emplazamientos de fácil defensa, como cumbres o laderas de cerros, y cercanos a fuentes de abastecimiento de agua. Muchos de ellos no necesitaban construir murallas o estructuras defensivas debido a su emplazamiento, aunque
Actividades de producción
Calcolítico Edad del Bronce
Estas comunidades se caracterizaban por una cierta movilidad debido a sus actividades ganaderas y a la práctica de una agricultura de tala y roza, que les obligaba a desplazarse constantemente en busca de nuevos campos. Además, se caracteriza por su alta producción metalúrgica, y por el apogeo de las grandes construcciones megalíticas.

• Es muy variada. Destaca su cerámica de lujo asocieada al mundo funerario y de producción estandarizada, lo que nos demostraría la existencia de redes de producción e intercambio muy centralizadas creadas para satisfacer las necesidades de las elites sociales. Hay cerámicas más sencilas, destinadas al uso doméstico, que están bruñidas y son más pobres que las anteriores.
Manifestaciones funerarias
Calcolítico Edad del Bronce
El enterramiento colectivo, que está asociado a los megalitos. Normalmente se trata de inhumaciones individuales que se realizan en el megalito, el panteón de la comunidad. Cada individuo es depositado en su interior en distintos momentos, tratando de mantener una cierta individualidad que queda reflejada en la aparición de ajuares personales. • Desaparece el enterramiento colectivo típico del fenómeno megalítico. Ahora los individuos se entierran solos y con su ajuar personal, lo que podría interpretarse como la aparición del individuo. Con este nuevo concepto nace también la destacada figura del guerrero y la importancia del papel de la guerra.
Organización social
Calcolítico Edad del Bronce
Las sociedades igualitarias de finales del Neolítico van a dar una sociedad megalítica más jerarquizada, vinculada a una mayor especialización agrícola y ganadera y al incremento de los intercambios. Es una sociedad de jefaturas.

• Se caracteriza por una fuerte estructuración, así nos lo indica la más que evidente especialización del trabajo. Hay artesanos que se dedican de forma exclusiva a la producción de cerámica, a la metalurgia, a los artículos de prestigio... También por su jerarquización. La elite domina a la comunidad siguiendo un modelo casi estatal, centralizado y ejerciendo un control directo sobre su producción.





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