El mito narraba que al principio sólo existió un océano infinito, el Nun, que estaba totalmente inmerso en la oscuridad. En estas aguas primordiales se encontraban dispersos los constituyentes del dios Atum, que en un determinando momento se juntaron y le permitieron surgir de las aguas en forma de destello llameante o sol. Gracias a su calor, Atum <
Siguiendo el ejemplo de la enéada heliopolitana, otros centros de culto organizaron sistemas teológicos propios que reunían en torno a la divinidad local varias divinidades secundarias. El término <
La unificación de Egipto favoreció el nacimiento de una capital en Menfis, en el vértice inferior del delta. La divinidad local, Ptah, pasó a considerarse divinidad nacional, lo que obligó a elaborar una nueva doctrina para otorgarle el papel de demiurgo, ocupado desde hacía mucho tiempo por Atum en la vecina Heliópolis. Esta nueva doctrina se aproxima mucho al esquema de la cosmogonía heliopolitana, narrando la salida de Prah del caos primordial para dar vida a ocho divinidades: Tatenen, la tierra que emerge del caos, Nun y Nunet, el océano primordial y su compañera, Atum y otras cuatro divinidades cuyo nombre se ha perdido. Un texto originariamente compuesto en torno a la II Dinastía, conocido por una versión tardía llamada Teología menfita, narra que la creación de Ptah se produjo por medio del pensamiento y la enunciación. La sofisticada concepción del lagos creador confiere a esta elaboración un carácter fuertemente espiritual y supone una de las conquistas más elevadas de la especulación religiosa del antiguo Egipto.
En la antigüedad, el culto principal de Hermópolis estaba reservado a un grupo de cinco divinidades llamado <
La cosmogonía de Hermópolís, por su parte, atribuye la creación a un grupo de cinco divinidades (cuatro cinocéfalos, el animal sagrado de Tot, señor de Hermópolis, y una diosa liebre llamada Unut). A este grupo lo sustituyó pronto una ogdóada formada por cuatro parejas de divinidades primordiales: Nun y Nunet, He y Hehet, Keku y Keket, y Anión y Amonet. De su interrelación nacería el sol, y con él la creación.
Cosmogonía hermopolitana o la ogdóada, formada por Num, Nunet, Heh, Hehet, Kek, Keket, Amón y Amonet. Nun es la personificación del Océano Primordial; Nunet es el cielo sobre el Nun, lo que es lo mismo, el Espacio Primordial. He y Hehet representa el concepto de Infinidad Primordial, es decir, la ausencia de definiciones del especio. Keku y Keket se identifican con las Tinieblas Primordiales que dominaban antes de la Creación del Sol. De aquí brotó el universo. Amón y Amonet significan <
En la cosmogonía de Esna, el dios Khunum, es el creador del mundo y de todos los dioeses, como lo es Atum en la cosmogonía helipolitana.
la cosmogonía tebana, ponía a Amón-Ra a la cabeza de quince divinidades formando una <
La historia que condujo a Amón a convertirse en divinidad suprema del panteón egipcio se remonta muy atrás en el tiempo. Al principio, Amón sólo era un divinidad guerrera venerada en el área tebana, en la región del Alto Egipto. Cuando durante el Primer Periodo Intermedio la dinastía local empezó a enfrentarse a las otras potencias en las que por entonces se dividía el país, fue elevada a divinidad principal de la región. Con la victoria de la casa tebana, Amón se convirtió en dios tutelar de la realeza y, no en vano, algunos faraones de la XII dinastía empezaron a llevar el nombre de Amenemheb (<
En conjunto, todas las cosmogonías locales eran aceptadas, y todas tenían una base común: el Océano Primordial (Nun), dónde se encuentra el potencial de vida y de dónde nacerán los dioses en clara analogía con el Nilo como dador de vida; la Colina Primigenia, dónde se originó la vida, representada por las tierras que quedaban al descubierto tras las crecidas, lugares fertilizados donde la vida resurgía cíclicamente; el Sol, dios creador, causante del nacimiento y desarrollo de los seres vivos, y los fenómenos naturales, personificados en diversos dioses.
Al principio de los tiempos primordiales no había nada. Al principio estaba el Nun, las Aguas Primordiales. Ningún sonido, ninguna luz, solo silencio, las tinieblas y el vació. Antes de la creación, el universose componía únicamente de las aguas cósmicas.
“Cuando el cielo no había nacido, cuando los hombres nohabían nacido, cuando los dioses no habían sido alumbrados y que incluso la muerte no había nacido.” Estas aguas eran el Nun, Padre de los dioses, ancestro de todo lo que iba a ser. El termino de Nun podría traducirse por “El no-ser”, la nada, lo que pre-existe antes que todo y que no existe. Es el opuesto al mundo creado y organizado, es el caos y el desorden. Pero el Nun albergaba en su seno un formidable poder y contenía todos los gérmenesa la espera de la Creación. Esta fuerza se concretabaen un ser, el también inerte e inconsciente: el Demiurgo, el uno único. Este dios creador, iba a sentir la vida moversedentro de si mismo y esta mutación iba a provocar la separación del Nun y del Demiurgo. Habiendo tomado conscienciade la vida que se movía en él, el Demiurgo empezó a crear, moldeándose a sí mismo un cuerpo tangible.
Mientras tanto el Nun estaba relegado a la orilla del mundo y siguió siendo lo que era: un espacio inhóspito, lleno de fuerzas dañinas que amenazaban en todo momento con perturbar el mundo organizado. Se decía que era en el Nun que el sol sesumergía cada noche para renacer, victorioso, al alba. En efecto el Nun abrigaba la serpiente Apofis la cual quería hacer naufragar la barca solar. En el Nun acaban las almas errantes que no habían podido accedeal reino de Osiris. El equilibrio del mundo estaba pues en perpetuo peligro: el caos podía en cualquier momento volver a adueñarse del mundo organizado. Los textos eran muy claros a este respecto:
Esta presenta esta posibilidad latente de una extinción del mundo, moldeará el pensamiento egipcio y que sus creencias estarán llenas de rituales, de actos y símbolos con el fin depreservar, a cada instante, este equilibrio deseado por el Demiurgo. Todas las concepciones religiosas que nacerán en Egipto se funden en un concepto único y común: la existencia de la Nada que alberga una fuerza creadora.
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