lunes, 7 de junio de 2010
EL PUNTO ÁLGIDO DE LA PLANIFICACIÓN: LA CIUDAD DEL IMPERIO MEDIO DE KAHUN
En 1889, el arqueólogo británico Flinders Petrie dio el nombre de «Kahun» a un gran asentamiento del Imperio Medio situado en las proximidades de la ciudad actual de El-Lahun, cerca de la entrada a la depresión del Fayum.
El asentamiento modélico de la planificación urbana ortogonal en el antiguo Egipto: la ciudad del Imperio Medio Kahun, vinculada con la pirámide de Sesostris II. A partir de W. M. F. Petrie, Illahun, Kahun and Gurob. Londres, 1891, lámina XIV; W. M. F. Petrie. G. Brunton y M. A. Murray. Lahun, vol II. Londres, 1923, láminas II, XXXIII y XXXVIA.
El yacimiento se halla en el borde ascendente det desierto y una parte se ha perdido ante el avance lateral de los cultivos que se ha venido produciendo desde tiempos antiguos. El carácter y la función de la ciudad son evidentes por eí contexto en que se encuentra. Junto a ella había un templo, reducido a unas ruinas sin importancia ya en tiempos de Petrie, y que dada su ubicación era el templo del valle del faraón Sesostris II, cuya pirámide se alza a 1.180 metros al oeste. El núcleo de población, que sigue la misma orientación de la pirámide, es sin duda un ejemplo poco corriente de una ciudad «de la pirámide» de gran tamaño, en donde residirían los sacerdotes y los seglares responsables del culto perpetuo al monarca fallecido. Los papiros descubiertos en ella así lo confirman, pues incluyen parte del archivo administrativo del culto funerario. También nos han dado el nombre original de la ciudad: Hetep-Sesostris («el faraón Sesostris está en paz»).
De todas maneras, el tamaño de Kahun supera con creces el de las otras ciudades de las pirámides que conocemos, si bien hay que reconocer que disponemos de pocos datos para compararla. Pero, también según la escala general del urbanismo en la antigüedad, Kahun destaca por derecho propio como un núcleo de población importante. En consecuencia, sus funciones debieron ir más allá de las de meramente albergar a los trabajadores que construyeron la pirámide, así como a los sacerdotes y los demás funcionarios que mantenían el culto del difunto faraón Sesostris II. Se ha hallado un buen número de papiros en Kahun, pero los expertos han hecho un uso decepcionante de los mismos al utilizarlos para reconstruir las actividades de toda la comunidad. Una buena razón para ello es que los papiros se encontraron, hacia finales del siglo xix, en dos grupos y uno de ellos todavía no está publicado del todo." Los grupos equivalen a dos archivos bastante independientes y sin apenas puntos de contacto entre sí, lo cual sólo en parte se debe a que proceden de dos épocas distintas del Imperio Medio; más bien es porque reflejan dos esferas diferentes de la vida comunitaria. Uno de los grupos proviene del templo consagrado al culto real y se ocupa de la organización y el personal del mismo; el otro procede de la ciudad y abarca la vida y los negocios de una comunidad más amplia, que no sólo participa en la institución sacerdotal sino que también toca muchas áreas de interés sin relación con aquélla. Unos cuantos documentos tratan incluso de unas obras localizadas completamente fuera de Kahun, un proyecto de construcción del faraón Amenemhet III, posiblemente parte de su propio complejo de la piámide. El transporte de piedras por cuadrillas de hombres, así como las actividades agrícolas y la medición de las tierras que pertenecían a los sacerdotes y las fincas del templo, son otros de los temas que recogen varios de los papiros. Se desconoce si en Kahun había personas que trabajasen la tierra en beneficio propio. Pero quizás estamos empezando a pensar en la dirección equivocada: tal vez una ciudad de la pirámide, con plenas dimensiones urbanas y una total dependencia interna en la administración, se avenía a las aspiraciones del monarca.
La ciudad era casi cuadrada y medía 384 metros por el lado norte y 335 metros por el oeste. La pendiente del terreno se eleva gradualmente desde la esquina sureste hacia la noroeste y el punto más alto es lo que se ha denominado la acrópolis. Un espeso muro, de cuya presencia se desconocen los motivos, separa el núcleo principal de la ciudad de una franja distinta situada al oeste. Las murallas de circunvalación no presentan signos de fortificación y tan sólo se ha conservado una entrada, la situada al noreste. En su interior, hay una habitación en la que tal vez se guareciese e! centinela, pero no se distingue ninguna otra protección adicional en el portal. Si hemos de dar crédito al plano que dibujó Petrie, esta entrada tenía dos metros de anchura.
Dentro de las murallas, la ciudad presenta una planta estrictamente reticular u ortogonal. El lado norte de la calle principal, orientada de este a oeste, está subdividido en siete grandes unidades y hay otras tres en el lado sur. La unidad situada más al oeste se levantaba sobre un saliente natural de roca, tallado para que fuese una plataforma con los lados verticales, que dominaba el este y el sur de la ciudad; Petrie lo llamó la acrópolis. Los escasos restos de muros que hay encima insinúan que no era distinta de las otras grandes unidades, pero, sin embargo, se accedía a ella por medio de una impresionante escalinata cortada en la roca. Al parecer, las otras unidades fueron grandes viviendas y la mayoría medían 42 por 60 metros.
Las fortalezas nubias
La experiencia obtenida con la construcción de las pirámides, la fundación de ciudades y el envío de expediciones a canteras en regiones lejanas, halló un nuevo destino durante el Imperio Medio: la logística de las conquistas. Ello prueba que las lecciones importantes se habían aprendido. La valentía, la ferocidad y las tácticas victoriosas eran menos reales si los soldados y los comandantes no estaban bien abastecidos, y la victoria no tenía sentido si no iba respaldada por un control permanente. Por tanto, las guerras en Nubia sólo fueron el vértice de un inmenso avance burocrático. La construcción del Imperio incluía ahora a dos grupos de personas muy distintos: los escribas y los soldados. Como muestran los testimonios del Imperio Nuevo, ambos eran muy conscientes de que ocupaban posiciones distintas.
La conquista egipcia de Nubia había comenzado en la dinastía I. Durante el Imperio Antiguo, los egipcios dieron los primeros pasos para establecerse en Nubía. Ello reflejaba una actitud que se iría acentuando cada vez más en períodos posteriores: la de que Nubia casi era una provincia del Estado egipcio. Un trozo de un asentamiento del Imperio Antiguo en Buhen Norte es el único emplazamiento que se conoce por excavaciones, pero unos cuantos fragmentos de cerámica del mismo período hallados en Kubban, situada más al norte, podrían ser un indicio de que Buhen no estaba sola en aquella época.
Después de la guerra civil del Primer Período Intermedio y durante el reinado del vencedor, el faraón Nebhepetre Mentuhotep II, la reconquista de la Baja Nubia se efectuó por lo visto con rapidez. Otra campaña de conquistas en el 29.° año del reinado de Amenemhet I, el primer faraón de la dinastía XII, está testimoniada en un grafito que se halla en el corazón de las tierras de la Baja Nubia. La política de edificaciones, muy avanzada durante ef reinado de su sucesor, el faraón Sesostris I, es de por sí el testimonio monumental de que ya se había sometido toda la Baja Nubia. La postura profundamente burocrática que parece caracterizar al Imperio Medio centró ahora sus miras en la Baja Nubia y en una nueva fase de creación de asentamientos. A finales de la dinastía XII, ello había dado lugar a una línea de fortalezas y de ciudades fortificadas espaciadas a intervalos regulares a todo lo largo de los 400 km que median entre la primera catarata y Semna, al comienzo de la segunda catarata. Aunque estas construcciones reflejen la consideración de unos problemas propios de la región, también tienen mucho que decirnos acerca de la magnitud de la administración en el Imperio Medio y sobre su determinación de crear un entorno conveniente a pesar de las tremendas dificultades.
Las fortalezas nubias se distribuyen más o menos en dos grupos, que representan, en parte, dos tipos distintos de terreno y, asimismo, dos grandes fases de construcción. Además, en algunos lugares las fortalezas edificadas durante la primera fase experimentaron varias remodelaciones y ampliaciones de importancia que, probablemente, respondan a las iniciativas de las comunidades indígenas en actividad durante un período de más de dos siglos,
Al primer grupo de fuertes se le puede denominar el «tipo de los llanos» y estaban construidos en las riberas planas o en declive del Nilo, al norte de la segunda catarata. Fueron las fortalezas más grandes levantadas en Nubia y, en el interior de las ciudadelas y del terreno aún más extenson que encerraba la muralla del perímetro exterior, podrían haberse desarrollado numerosas actividades y haber albergado a una elevada población de personas así como animales. La fortaleza de Buhen, en el extremo meridional de esta zona, es el yacimiento típico.
La planificación urbana al servicio de los militares: la fortaleza del Imperio Medio de Buhen, en Nubia. El trazado celular representa los cimientos; al nivel del suelo se habrían distinguido más entradas. Tomado de W. B. Emery, H. S. Smith y A. Millard. The Fortress of Buhen; the Archaelogical Report, Londres, 1979, lámina 3.
Las inscripciones revelan que ya existía en el quinto año de reinado de Sesostris I (1967 a.C.). Se hallaba en una meseta con una suave pendiente que daba al río, y no había cultivos de importancia en las proximidades. Tanto en tiempos antiguos como modernos, la población indígena estaba concentrada en la otra orilla, más fértil, del río. Dos antiguas líneas de fortificación encerraban primero una ciudadeJa y, luego, un espacio exterior.
La ciudadela medía aproximadamente 150 por 138 metros y estaba junto al río. La delimitaba una muralla de adobes de 5 metros de espesor y provista de torreones exteriores. Gracias a un tramo que queda en pie se ha podido calcular que, originalmente, tenía entre 8 y 9 metros de altura. Además. se protegió la fachada que daba al río mediante dos murallones defensivos que prolongaban la muralla oriental por el norle y el sur y que también poseían torreones. Dos entradas se abrían sobre la zona ribereña. Por debajo de la que había más al norte pasaba un corredor de piedra, destinado a asegurar el suministro de agua en caso de asedio. Al oeste, una sola y majestuosa entrada daba acceso al desierto. Estaba protegida por dos murallones salientes y paralelos, también provistos de torreones. No se han encontrado pruebas directas de la manera con que se protegía la parte superior de las murallas, pero unas pinturas de las fortalezas aparecidas en las tumbas conlemporáneas de Beni Hasan muestran que solían estar almenadas.
La base de la muralla estaba defendida no sólo mediante un foso, sino también por un corredor estrecho, con el suelo enladrillado y cubierto con un parapeto propio (figura 61). El parapeto era un muro estrecho de ladrillo en el que se abrían troneras, agrupadas de tres en tres, destinadas a los arqueros. De trecho en trecho y en los ángulos, el corredor y el parapeto bajo se ensanchaban formando un bastión semicircular, en ei que había una segunda hilera de troneras. Las aspilleras conservadas en el lado oeste apuntaban al foso, pero en el norte y tal vez en los otros dos había una hilera superior que apuntaba directamente al horizonte. Los lados norte y sur se diferenciaban también por cuanto se añadió un escalón especial, a lo largo de toda la base del muro, para que los arqueros pudieran arrodillarse. En cuanto al foso, no contenía agua y estaba excavado en la roca; sus dimensiones medias eran de 7.3 metros de ancho y 3,1 de profundidad. Al otro lado del foso se construyó una contraescarpa para aguantar el glacis.
Por lo visto, el interior de la ciudadela estuvo ocupado en su mayor parte por edificios rectangulares de ladrillo distribuidos alrededor del trazado rectilíneo u ortogonal de las calles. Todos los edificios, excepto el que se encuentra en la esquina noroeste y algunos hacia el ángulo noreste, estaban se-oarados de la muralla nrincinal ñor una calle continua. Las edificaciones situadas al oeste y al norte se han conservado en condiciones relativamente óptimas, pero en cuanto a las restantes, la destrucción y la erosión las han reducido a unos tramos inconexos de los muros de los cimientos. La planta de este sector dibujada por el excavador, quien unió muchos de los tramos en líneas neas continuas, causa una impresión extraña que, en cierto modo, es ilusoria. Eran mucho más fragmentarios de lo que se presenta.
Parece que el edificio situado en la esquina noroeste era el cuartel general de la guarnición. Se construyó junto a la muralla y poseía una escalera propia para subir a la parte superior de aquélla. El edificio tuvo al menos dos pisos. En el inferior, había salas con pilares y un patio con columnatas cuyo suelo era de piedra. En el suelo de la sala principal se excavó en piedra un depósito cuadrado de agua. Esta suele ser una estructura corriente en los grandes edificios del Imperio Medio y la vimos ya en las mansiones de Kahun. Los pilares de estas habitaciones habían sido de madera, octogonales y pintados de rojo, y se apoyaban sobre bases circulares de piedra. Las jambas y los dinteles de las puertas eran de madera. Junto a este edificio, hacia el este, había un grupo de largas salas con columnatas que el excavador, W. B. Emery, creyó que serían los cuarteles para la tropa. Sin embargo, ello implicaría que, de modo oficial, se proporcionaba un alojamiento comunitario, cuando por lo visto la norma en otros asentamientos parecidos son los pequeños módulos de vivienda. Tal vez estas salas tuviesen otra finalidad, quizá como almacén. Todavía más al este, había otro edificio que fue identificado como un templo. Es lo que sugiere su planta y, además, se hallaba debajo del templo de ta reina Hatshepsut, de finales de la dinastía XVIII. De todos modos, no se han encontrado artefactos que respalden esta idea y, a pesar de la existencia de inscripciones donde se comenta que se estaban realizando las obras de construcción de un templo a Horus, sabemos que durante el Segundo Período Intermedio se reutilizó el edificio con una finalidad doméstica. Junto a la cara interior de la muralla oeste de la ciudadela, había varios edificios con la distribución de habitaciones entrelazadas que ejemplifica la práctica arquitectónica doméstica del Imperio Medio. Sobre grandes áreas del resto del yacimiento, se dispuso una cuadrícula rigurosa de muros. La mayor parte debían ser los cimientos de las casas o los talleres, que estaban formados por módulos de habitaciones iguales. Algunos de los fuertes de la segunda catarata proporcionan ejemplos más pequeños de módulos de vivienda, cada uno con unas pocas habitaciones, adosados de espaldas. En la esquina noreste, había una concentración de cámaras rectangulares pegadas a la muralla. Conservan la suficiente altura para poder apreciar que muchas eran cámaras cerradas, a las cuales se accedía por el techo, y algunas debieron servir para almacenar grano.
La línea exterior de fortificaciones encerraba una área que medía aproximadamente 420 por 150 metros y dentro de la cual se hallaba la ciudadela. Las defensas exteriores formaban una serie de salientes rectangulares, con una muralla de ladrillos de 5,5 metros de espesor detrás suyo y torreones rectangulares en el exterior. El foso excavado en la roca tenía una muralla exterior, cuyo parapeto era liso, y una calzada de piedra lo cruzaba frente a la entrada monumental del lado oeste. Esta entrada tenía la forma de dos muros idénticos, colocados en paralelo, con torreones en el exterior y el interior. Este estilo de defensas exteriores podría haber sido una creación de finales del Imperio Medio, pues en algunos puntos se han encontrado debajo de ellas los restos de un parapeto mucho más ligero, construido de ladrillos y provisto de torreones circulares, que tal vez sea un producto de inicios del Imperio Medio.
Nunca se ha examinado con detenimiento el espacio aue aueda entre la ciudadela y la fortificación exterior, pero es muy poco probable que hubiese una gran concentración de edificios. En el lado oeste, las fortificaciones externas corren a lo largo de un escarpe de 2 metros de altura. Durante el Imperio Medio (probablemente a finales del mismo), se utilizó esa zona como cementerio, el cual se extendía en toda la longitud del terreno amurallado. Durante la excavación de aquel sector, no se encontraron restos de viviendas, lo que implica que toda el área occidental del recinto exterior carecía, si exceptuamos las tumbas, de construcciones. De la zona que queda al sur de la ciu-dadela apenas tenemos información, pero en la parte septentrional se halló una construcción importante casi pegada a la muralla norte de la ciudadela. En realidad, se hallaba tan próxima que camuflaba y hacía inefectivo todo el lado norte de las fortificaciones de la ciudadela. Tan sólo se han conservado los cimientos de este edificio, pero corresponden a una construcción impresionante que medía 64,25 por 3] ,25 metros. Aunque algunas de las paredes conservaban hasta una altura de 1,5 metros, no presentaban ninguna entrada, lo que sugiere que constituían un basamento o una plataforma para aguantar unas cámaras a cierta altura por encima del suelo. A principios del Imperio Nuevo (o quizá durante el Segundo Período Intermedio), se demolió una parte y encima se edificó el pequeño templo a Horus. Las divisiones internas del edificio lo convierten en la característica unidad preplanificada del Imperio Medio.
El estilo y la solidez de las fortificaciones de Buhen parecen diseñados para frustrar un tipo de asedio muy sofisticado. Gracias a los testimonios pictóricos sabemos que en Egipto, a comienzos de la dinastía XII, ya se conocía la guerra por asedio mediante el uso de ingenios construidos con aquel fin, tal como se muestra en un fresco de la tumba del portador del sello real y general Intef, de finales de la dinastía XI, en Tebas, donde se está usando una torre de asedio con ruedas. Ello plantea una cuestión interesante; ¿la ciu-dadela de Buhen representa un tipo de fortificación urbana, desarrollado en Egipto durante las guerras civiles de! Primer Período Intermedio, y que la administración transfirió luego a Nubia? ¿Es, por tanto, la arquitectura en sí el producto de una decisión burocrática más que una manifestación de la estrategia local?
En la misma área general de la Baja Nubia se encuentra también, en la ribera oriental del Nilo, la fortaleza de Serta. Lo extraordinario en ella es que el cauce del río pasa por dentro del perímetro fortificado. Es un indicio importante de una de las funciones de aquellos fuertes, la de salvaguardar el tránsito de los barcos egipcios en la Baja Nubia. Serra poseía un foso seco pero ningún camino cubierto o parapeto exterior. Sin embargo, el lado norte estaba defendido mediante una prolongación del foso que parece como si estuviese destinada a rodear una muralla lateral acabada en una torre. En esto guarda cierta similitud con los fuertes de la segunda catarata. Para además los edificios del interior al declive del terreno, hubo que construirlos sobre terrazas artificiales. Se conserva lo suficiente de la terraza superior para reconocer unos edificios que siguen una cuadrícula rigurosa y separados de la muralla que delimita el perímetro por una calle angosta.
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