1.- Política exterior y colonial
1.1.- España, potencia marginal en la Europa de los nacionalismos
España había sufrido, tras la independencia de los países sudamericanos y la derrota en Trafalgar un imparable deterioro en su condición de potencia colonial, al tiempo que su papel en Europa había menguado considerablemente. Francia e Inglaterra habían ocupado el espacio europeo y sus respectivos imperios actuaban en América, Asia y África.
La política exterior trató de limitarse a mantener la condición de potencia de segundo orden de España, pero tal situación estuvo limitada por varios aspectos. En primer lugar, por la indefinición de la acción internacional española, incluso durante los gobiernos de la Unión Liberal; en segundo lugar, por mantener en distintos puntos del globo intereses económicos que, sin embargo, no podían ser atendidos por un ejército moderno y capaz de hacer frente a los retos que suponía desplazarse por todo el orbe; en tercer lugar, por la propia ineficacia y desconocimiento de la política internacional de la Reina; y en cuarto y último lugar, por la fortaleza militar y económica de Francia y Gran Bretaña.
1.2.- Gestación, culminación y declive de la subordinación española al Reino Unido y Francia en el marco de la Cuádruple Alianza
El panorama europeo había cambiado. Por un lado, Gran Bretaña y Francia, lejos de enfrentarse como en el pasado, se habían aliado, ayudando a Isabel II a mantenerse en el trono. Prusia, Austria y Rusia eran partidarias de los carlistas, a quienes prestaron su apoyo más o menos veladamente. En estas circunstancias, se firmó la Cuádruple Alianza fue un tratado internacional firmado entre Gran Bretaña, Francia, España y Portugal el 22 de abril de 1834, con adiciones posteriores en agosto del mismo año, por el cual los cuatro estados se comprometían a una defensa común y una acción diplomática conjunta en política internacional para defender los modelos liberales que representaban sus respectivos gobiernos frente a Austria, Rusia y Prusia que mantenían políticas absolutistas.
En el terreno práctico, dado que Francia y Gran Bretaña ejercían como primeras potencias europeas, se trató del aseguramiento por parte de ambas del control parcial de España y Portugal como países de tipo medio con políticas inestables como el gobierno de Isabel II en España, al modo más próximo a un protectorado. Con ello se puso término a la pertenencia de España a la Santa Alianza, ya bastante desnaturalizada, así como constituyó un hito significativo que dos países tradicionalmente enfrentados, como Francia y Gran Bretaña, llegasen a un mutuo entendimiento.
La Cuádruple Alianza garantizó el apoyo de Francia y Gran Bretaña a las pretensiones dinásticas de la hija de Fernando VII de España, Isabel II, frente al pretendiente a la Corona, Carlos María Isidro de Borbón, hecho que fue significativo para la derrota de los partidarios de este último en la Primera Guerra Carlista y para la consolidación del régimen.
Desde un punto de vista internacional, el pretendiente al trono, don Carlos, recibió el apoyo de potencias absolutistas como Rusia, Prusia o Austria, que le enviaron dinero y armas, mientras el gobierno de Isabel II pudo contar con el apoyo de Inglaterra, Francia y Portugal, favorables a la implantación de un liberalismo moderado en España.
3. El relanzamiento internacional de España: de la normalización de relaciones con Roma a la neutralidad en la guerra de Crimea
La política exterior española despertó del letargo y sufrió un relanzamiento a partir de la normalización de las relaciones con el Vaticano mediante el <
3.1. Las relaciones con la Santa Sede
Los moderados intentaron también mejorar sus relaciones con la Iglesia, que en gran parte se había mostrado proclive al carlismo ante las reformas progresistas y muy especialmente a causa de la desamortización y la abolición del diezmo. En el año 1851 se firmó un Concordato con la Santa Sede, en el que se establecía la suspensión de la venta de los bienes eclesiásticos desamortizados, el retorno de los no vendidos y la financiación pública del culto y el clero. A partir de este momento, aun cuando ciertos sectores continuaron viendo en la opción carlista la única garantíade recuperar la situación privilegiada del Antiguo Régimen, la postura oficial de la jerarquía de la Iglesia católica fue la de consolidar en el trono a Isabel II.
3.2. La guerra de Crimea
España mantendrá su neutralidad en las distintas cuestiones y problemáticas entre países, como la guerra entre Rusia y Turquía, la crisis balcánica, la unificación de los territorios alemanes, el reconocimiento de nuevos países como Bélgica y Grecia, no obstante aunque se mantuvo neutral siguió estos hechos con gran interés.
Pero el suceso más destacado será el de la «Guerra de Crimea», donde Rusia por un lado, y Francia e Inglaterra por otro, pretendían repartirse el declinante Imperio Otomano. España accedió a intervenir a favor de Francia e Inglaterra, entonces Rusia negoción con EE.UU. para que en caso de intervención española, EE.UU. atacase Cuba.
España moderniza en este momento su ejército y lo reequipa, así en 1860 hubo un momento de resurgimiento de España a nivel internacional (debido a la guerra con Marruecos), y Napoleón III planteó que se devolviera a España el rango de gran potencia.
4. La permanencia de la situación española en Cuba, eje vertebrador de la proyección exterior isabelina. Relaciones con los Estados Unidos y aproximación a Iberoamérica
La cuestión de Cuba había aparecido en un primer plano de las relaciones internacionales, y lo cierto es que era el resultado de la confluencia de tres procesos paralelos:
- El colonialismo iba encminado a perpetuar la presencia española en la isla.
- La corriente autonomista y más tarde independentista tomó cuerpo por la supresión de la provincialidad cubana de la Constitución de 1812 y el Estatuto de 1834 (por lo que las provincias de ultramar tendrían leyes especiales).
- La corriente imperialista se vincula a Estados Unidos de América y su objetivo era la anexión de la isla. Cuando estalló la guerra de Secesión americana, España que tenía el apoyo de Francia y Gran Bretaña (quienes no querían unos Estados Unidos de América hegemónicos en el Caribe), logró afianzar su posición en Cuba.
Este fortalecimiento con mayor independencia diplomática respecto a Francia y Gran Bretaña, cuando llegar al pdoer la Unión Liberal de O'Donnell, le permitió un despegue industrializador y realizar diversas intervenciones.
4.1.- La política española en Cuba
El fracaso de la Junta de Información convocada en 1867 por el gobierno metropolitano para reivsar su política colonial en Cuba, supuso en golpe demoledor para las esperanzas reformistas frustradas en reiteradas ocasiones. Tales circunstancias favorecieron el independentismo latente entre los más avanzados sectores de la sociedad cubana, propiciando la articulación de un vasto movimiento conspirativo en las regiones centro-orientales del país.
En 1868 se inicia en Cuba, con el llamado "Grito de Yara", la Guerra de los diez años. animada por los hacendados criollos cubanos, contó rápidamente con el apoyo popular al prometer al fin de la esclavitud en la isla. Aunque el gobierno intentó sacar adelante un proyecto de abolición de la esclavitud y de concesión de reformas políticas, la negativa por parte de los sectores económicos españoles con intereses en Cuba frustró la posibilidad de una solución pacífica al conflicto y convirtió la guerra en un grave problema para el gobierno.
En Cuba, la guerra iniciada en 1868 continuaba y la República fue incapaz de mejorar la situación, entre otros motivos porque las autoridades y funcionarios españoles eran proclives al proyecto de restauración borbónica, en la persona de Alfonso XII, y, por tanto, actuaron al margen del poder central.
El período más idóneo para hacer concesiones a las reivindicaciones cubanas fue el Gobierno largo de los liberales cuando el Partido Autonomista Cubano se mostraba decidido a apoyar un programa reformista propiciado por Madrid,que restase fuerza y apoyos sociales a los independentistas. Pero la única medidaque se acabó aprobando fue la abolición definitiva de la esclavitud (1888) y que los cubanos tuviesen representación propia en las Cortes, ya que las propuesta de dotar a Cuba de autonomía y de un proyecto de reforma de estatuto colonialde Cuba planteado por el gabinete liberal (1893) fueron rechazados por las Cortes.
5. Las intervenciones militares: significación, morfología y balance
Los unionistas llevaron a cabo una política exterior activa y agresiva, cuyos objetivos eran desviar la atención de los problemas internos y fomentar una conciencia nacional y patriótica, así como contentar a importantes sectores del ejército. Se desarrollaron acciones como la expedición a Indochina (1858-63) o la intervención en México (1862), pero las de mayor importancia fueron en el norte de África, especialmente en Marruecos (1859-60), donde la victoria de Wad-Ras permitió a España la incorporación de Sidi Ifni o la ampliación de la plaza de Ceuta, las intervenciones en Santo Domingo, para la reafirmación de España como potencia americana, o la Guerra del Pacífic con Chile y Perú.
5.1.- La expedicón a la Conchinchina (Reino de Annam)
La expedición a la Conchinchina (Vietnam) se debía al interés español por los países del sureste asiático que se encontraban en el entorno geográfico de las Filipinas. Sin embargo, la escasa presencia española en esta zona explica que no cuajaran sólidas relaciones con países vecinos como Japón, China, Siam, etc. Una expedición sobre el reino de Annam en colaboración con Francia para frenar el expansionismo británico utilizo Manila como base de operaciones, pero la escasa voluntad española de permanecer allí hizo que se renunciase a favor de Francia y ni siquiera fueron aprovechadas convenientemente las ventajas mercantiles adquiridas.
5.2.- La expedición a México
El gobierno conservador había sido derribado por los liberales de Benito Juárez quien no aceptaba la responsabilidad de los empréstitos concertados por el régimen anterior con otros países, y comenzó una política lesiva de los intereses económicos extranjeros, aunque sólo Francia, Inglaterra y España se decidieron a intervenir, ya que EE.UU. se negó. En el «Convenio de La Soledad» el jefe español llegó a un acuerdo con Juárez y España e Inglaterra se retiraron, no así Francia puesto que Napoleón III quería restablecer la monarquía en México.
5.3.- La guerra de África
Este conflicto acacido entre 1859-1860 recibió el nombre de <
La guerra consistió en una marcha desde Ceuta a Tetuán, y aunque la planificación fue pésima en aprovisionamientos, y la tropa pasó hambre y epidemias, se fue derrotando a los marroquíes por el camino. Por el «Tratado de Tetuán» se reconocía la soberanía de España sobre los enclaves norteafricanos, una ampliación de sus límites, un territorio en la costa atlántica frente a canarias, y una indemnización de guerra.
5.4.- La expedición sobre el Golfo de Guinea
Las expediciones para la ocupación de los territorios que Portugal cediese a España en el golfo de Guinea, por los tratados de San Ildefonso y el Pardo de 1777 y 1778, se retrotraen en 1843. En 1856, el capitán de fragata Carlos Chacón organiza la colonia. Su labor se completaría por la actuación de exploradores y misioneros, pero un intento de formal colonización realizado en 1859 se tradujo en un rotundo fracaso por la inadaptación de los colonos al clima.
5.5.- La intervención en Santo Domingo
El episodio de la reincorporación de Santo Domingo es un buen ejemplo de lo nefasto que hubiera sido para España intervenir en las repúblicas iberoamericanas. Los dominicanos amenazados por Haití, pidieron ayuda al sistema español, más tarde protectorado y finalmente anexión y reincorporación a la Corona española en 1861. Pero esta situación apenas duró 4 años ya que hubo una cruenta guerra con los sectores secesionistas isleños. De otro lado la anexión perjudicó las relaciones con los EE.UU.
5.6.- La guerra del Pacífico con Chile y Perú:
Las relaciones con estos países ya eran tirantes a causa de reclamaciones pendientes, por lo que España aprovechó y envió su nueva escuadra de marina para dar a conocer su nuevo potencial naval. España ocupó la isla de Chincha y se desencadenó un conflicto bélico. Finalmente España retiró su escuadra y el bloqueo a la Isla para salvar el honor nacional.
Todas estas intervenciones dieron a la España isabelina un fugaz prestigio internacional, y aunque contribuyeron a consolidar el “régimen de los generales” (O’Donnell, Prim, etc.), económicamente suscitaron una fuerte crisis económica, y una pérdida humana de unos 40.000 hombres. Por lo que no se logra el objetivo de conseguir un reconocimiento internacional sino que por el contrario, comienza a descalificarse a España como potencia.
6. La descalificación de España como potencia media en el Sexenio revolucionario
Tras la revolución de Septiembre de 1868, los diferentes regímenes españoles que se sucedieron a un ritmo trepidante durante el sexenio encontrarán en Europa un clima de desconfianza cuando no de hostilidad.
Esta desconfianza y descalificación se debe además a que la política exterior tan inestable que mantiene España afecta inexorablemente a la política interna y viceversa; además el aislamiento diplomático español de la época se vio agravado por una crisis económica y por la negativa variación de la coyuntura internacional respecto a España tanto en Europa como en América.
Por otro lado encontramos que es en esta época también cuando se produce el levantamiento cubano que terminará por devorar la importancia de la propia revolución septembrina, contribuyendo así decisivamente al fracaso de la experiencia democrática y al advenimiento de la Restauración Borbónica, debido a la incapacidad de la Administración Central para imponerse a los militares de Cuba y a los círculos españolistas de la isla.
7. Conclusiones
El mantenimiento del statu quo preside la política exterior española en tiempos de Isabel II. Las intervenciones practicadas por la Unión Liberal no alteraron esa realidad.
A su vez, los esfuerzos desplegados a partir de 1848 para dotar al país de una política internacional propia e independiente no lograron cuajar, ni variar por entero la situación de dependencia respecto al Reino Unido y Francia. Pero al menos pudo preservarse la integridad territorial de los dispersos dominios españoles en la larga fase isabelina.
Igual sucede cuando el traumático epílogo revolucionario de la misma, por más que se viniese abajo el espejismo de España como potencia media europea, en rápido proceso modernizador y con creciente presencia internacional.
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