jueves, 9 de agosto de 2012

El paisaje y territorio ibérico


Tema 3.- Paisaje y territorio
3.1.- Arqueología del territorio
La arqueología del paisaje surge a partir de la arqueología postprocesual que estudia al ser humano y su entorno más allá del método científico. La arqueología del Paisaje es un análisis que busca la descripción amplia y multidireccional de los elementos que integran el paisaje para tratar de comprender la sociedad que configura el espacio y se interrelaciona en él. La Arqueología del territorio tiene su origen en los años 60-70, en España llega una década después,  los ochenta.
Se trata de una renovación de la New Archaelogy, y estudiaba la relación entre la sociedad y el medio ambiente mediante la incorporación de nuevas técnicas y conocimientos científicos, como el desarrollo de las técnicas de prospección.
El primero teoría, Binford, es el primer arqueólogo que estudió la interacción entre el yacimiento y el entorno que lo rodea. Los trabajos que complementan a este investigador son los de Higgs y Vita Finzy que señalan que el entorno teórico a estudiar de entorno son 5 km / 1 hora. Hoy en día se ha mejorado este sistema a través de nuevas técnicas (como el sistema de captación de recursos - SCA) el hábitat donde se movería el individuo de un determinado poblado. Posteriormente, arqueólogos como Renfrew o Hodder relacionarán este entorno con aspectos políticos, sociales y simbólicos.

1 Site Catchment Analysis
En arqueología del paisaje se trabaja en tres escalas:
·        Escala microespacial: es el entorno donde vive el hombre
·        Escala del entorno próximo, la escala de captación de recursos.
·        Escala del patrón de asentamiento ibérico: que sería la interrelación entre las dos escalas anteriores.

Para llegar a estudiar estas escalas tenemos dos métodos: la excavación para la escala microespacial y la prospección para el entorno próximo y el patrón de asentamiento.
Respecto a los elementos del paisaje hallamos elementos naturales, como montañas, ríos, bosques… y los elementos antrópicos, como los pueblos, caminos, campos…
La detección de los yacimientos arqueológicos se lleva a cabo a través de la prospección. Esta no se realiza al azar sino que el arqueólogo lleva un diseño previo (prospectar a menos de 2000 m., prospectar en zonas elevadas y cercanas a fuentes de agua…) o motivación para realizar esta prospección. Debido a las limitaciones económicas y humanas se delimitan transectos que serán las zonas de prospección. Los integrantes de esta prospección se separan unos 3 o 4 m cada uno y van andando hasta que se encuentran restos arqueológicos.
El jefe de prospección tiene un GPS donde marca cualquier hallazgo encontrado. Después de la prospección, se hace un mapa de densidades de materiales de la zona prospectada. Además de la prospección de superficie, descrita anteriormente, encontramos la prospección por georradar o la electromagnética. Asimismo, tenemos teledetección a partir de imagen aérea y de satélite. Por otro lado, solo con la observación de los cultivos se puede prospectar, gracias a la teoría del crecimiento diferencial de cultivos.

La selección del área de estudio.
Marco natural: valle; comarca, por ejemplo, el valle del río de Alcoy, en el norte de Alicante.
Áreas históricas: por ejemplo, la Contestania central, el territorium dianensis.

Trabajo de campo
Prospección geofísica.
Prospección electromagnética.
El reconocimiento arqueológico de superficie:
-                     La prospección intensiva.
-                     La prospección extensiva selectiva.
Catálogo de yacimientos.

Tipología de yacimientos y patrón de asentamiento


Superficie
Emplazamiento
Grandes
Cima
Medianos
Ladera
Pequeños
Llanura

El asentamiento en el paisaje
El territorio económico:
-                     Recursos.
-                     Tipos de suelo.
-                     Capacidad agrícola.
-                     Área de captación.

La circulación por el territorio y las comunicaciones:
-                     Condiciones del marco físico.
-                     Vestigios del viario antiguo.
-                     Menciones literarias.
-                     Localización de los poblados.
A través de la prospección podemos hacer una tipología generalizada del mundo ibérico que englobe superficie, emplazamiento y morfología.

Interpretación I
El paisaje de los oppida (siglo IV a.C.).
Generalmente, el patrón teórico de asentamiento ibérico estará compuesto por un oppidum principal, de aldeas subordinadas, las cuales son centro de producción dedicados a una actividad concreta, y, por último, además, existe una red de aldeas o caseríos, formados por granjas.

Oppidum
El Puig de Alcoy.
Superficie entre 1'5 y 4'5 hectáreas.
Urbanismo ordenado y fortificaciones.
Lugares religiosos.
Control visual y lugar de refugio.
Lugar de mercado e intercambio.
Residencia aristocrática.

Imagen del Puig de Alcoy.


Imagen de la muralla del Puig de Alcoy.

Plano de La Covalta,siglos V-III a.C. Época ibérica antigua y plena. Se encuentra situado en el valle de Albaida. El poblado tendría dos entradas una al este y otra al oeste. No se advierte un plano urbanizado y las habitaciones se disponen sin orden aparente. En la puerta de poniente se excavaron restos de un muro de 1,75 m de ancho y 7 de largo que limitaba el acceso entre los escarpes rocosos. La puerta de levante se abría en el extremo norte de la muralla, con 3 metros de espesor. Se excavaron restos de habitación, con solo la cimentación de los muros, con un total de 83 departamentos de planta rectangular, con tamaños de entre algo más de 1 y 20 m2. Los muros de piedras se completarían con adobe, que se ha perdido, y se cubrirían entramados de cañas y barro. En su cara interna los muros estarían enlucidos con cal. Las casas estaban separadas por callejones estrechos a veces de medio metro. Se han identificado algunos aljibes para la recogida de agua.

Interpretación II
El paisaje urbano del siglo III a.C.
Algunos de los oppida anteriores se hacen más importantes y se establecen en una escala superior. Estas ciudades dominarán centros que el siglo IV a.C., eran oppida, y que ahora están en una escala inferior que el centro urbano principal. Esto da como resultado una influencia territorial más amplía que engloba más agrupaciones humanas.
La Serreta. Desarrollo del centro urbano en el siglo III a.C.

Plano del “oppidum” de La Serreta, de Alcoy. Siglo III a.C. Época ibérica plena.

Los paisajes urbanos en la Contestania central
Es un modelo mixto que durante los siglos V-IV a.C., sería parecido al de la Alta Andalucía, con núcleos urbanos pequeños de alrededor de 1-3 hectáreas, muy próximos entre ellos (15-20 kilómetros), pero con dos diferencias:
-                     Los núcleos urbanos son más reducidos que en tierras andaluzas.
-                     Los oppida están acompañados de núcleos rurales.
Hacia el siglo III a.C. el modelo nuclear tiende a convertirse en un modelo mononuclear, en el cual sobre el conjunto de oppida que había, surgen una serie de núcleos que amplían su tamaño y sus funciones y se convierten en las ciudades rectoras y controladores del territorio, alcanzan un tamaño superior a las 6 ha. y acogen las funciones de dirección política y representación religiosa, con la localización de santuarios o lugares de culto.
Será el caso de Saiti, la Serreta, el Castellar de Meca, Ilici, Ilunum, Peñarrubia, Verdolay, Los Nietos, Cigarralejo, Coimbra del barranco ancho, etc.

El paisaje ibérico en tierras edetanas
La investigación se centra recientemente en tener en cuenta el control de zonas más regionales que las que se conocían con anterioridad, así encontramos en la Edetania con los territorios de Kellin, Edeta y Arse.
Encontramos en las tierras edetanas y del norte, el modelo mononuclear se caracteriza por que cada territorio tiene nada mas una ciudad que es la que concentra la mayor parte de la población y las funciones económicas y sociales, es el centro de dirección política donde viven los prohombres, los príncipes, y los aristócratas de la sociedad que gobiernan el territorio, y junto a esta ciudad hay una dispersión de asentamientos subordinados de función principalment agrícola pero también núcleos subordinados de función estratégica, es decir, fortines, atalayas, para defender el territorio, u otros núcleos de especialización económica, como alfares, etc.

El paisaje ibérico en tierras cesetanas
En esta área se da también un modelo mononuclear, però con la salvedad de que aparecen pequeños núcleos intermedios, además de las pequeñas poblaciones campesinas, y las de Trabajos especializados.

Las fortificaciones
Distribución de los poblados que aportan información útil sobre las fortificaciones:
1.                  Protohistórico:
1.1.            Estany.
1.2.            Rabita.
1.3.            Benimaquia.
2.                  Ibérico Antiguo:
2.1.            El Oral.
3.                  Ibérico Pleno (siglo IV a.C.):
3.1.            La Bastida.
3.2.            Puntal, de Salinas.
3.3.            El Puig d’Alcoy.
3.4.            Torres.
3.5.            Empredrola.
3.6.            La Picola.
4.                  Ibérico Pleno (siglo III a.C.):
4.1.            La Serreta, de Alcoy.
4.2.            Escuera.
4.3.            Tossal.
Las ciudades rectoras del poblamiento, los oppida, que controlan el territorio o pequeños espacios subordinados a una ciudad, se caracterizarán, además de por su extensión, por que reúnen las funciones de control y dominio del territorio y por su capacidad de defender a la población en caso de peligro.
Así, encontraremos dos elementos determinantes en ellas:
§                    Su emplazamiento: siempre buscan aquellos lugares donde tienen ventaja de carácter estratégico para la defensa del territorio y los pobladores.
§                    La presencia de fortificaciones: construcciones y edificios que tienen una funcionalidad eminentemente bélica, aunque también propagandística.
De este modo podemos decir que las fortificaciones tendrán fundamentalmente una función estratégica, una función social, y una función simbólica.

PARTES DE LAS FORTIFICACIONES:
Una fortificación está compuesta generalmente por un recinto de cierre con la función de dificultar el paso en un momento de necesidades estratégicas.
Este muro o muralla está compuesto por varias partes:
§                    El lienzo: la pared o muro de cierre.
§                    Las torres: son construcciones adyacentes al lienzo que tienen la finalidad de robustecer y hacer fuerte la construcción haciendo de tirantes para mantener el lienzo, y hacer de plataforma elevada en la que situar defensores que repelan el ataque de los enemigos. La mayor parte de las torres ibéricas son cuadrangulares, aunque hay algunas redondas, y construidas generalmente de forma maciza.
§                    Antemuro: No es muy frecuente, pero si se da en algunos casos, es como un antepecho o pequeña empalizada situado a una cierta distancia del muro principal, de forma que crea un primer obstáculo para los atacantes que quieren acceder al poblado.
§                    El foso: Una zanja paralela a la muralla que dificulta la llegada a la misma.
§                    Merlones: Elementos sobre la muralla que sirven de parapeto para los defensores, y que generalmente se confunde con el termino “almena”.
§                    Almena: es realmente el espacio comprendido entre los merlones con la función de tener un espacio abierto a través del que disparar o atacar al asaltante.
§                    Adarve: Espacio donde se sitúan los defensores y por donde se puede transitar.
§                    Camino de ronda: Camino a pie de muralla por el interior, que se da en algunos casos cuando no se construyen las viviendas pegadas a la muralla.

MATERIALES CONSTRUCTIVOS:
§                    Piedra: Normalmente los cimientos y las bases de las edificaciones se construyen con piedra, normalmente roca local desbastada, es decir, mampostería trabada con barro. Normalmente no llegan a más de un metro o 1,5 m de altura. La piedra puede estar trabajada por varios lados para crear sillares. También hay piedras ciclópeas utilizadas.
§                    Barro: Suele usarse para el resto del alzado del muro, ya sea en adobes o en encofrado.
§                    Madera: Suelen ser refuerzos, y también usada para realizar el encofrado.

Tipos de puertas y trazados
El elemento o la parte más sensible de la muralla, es su acceso al interior. Por este motivo, una principal preocupación era crear puertas fuertes y resistentes.

TIPOS DE PUERTAS:
Es donde tendrán que concentrarse las necesidades defensivas por ser la zona más débil de las defensas, por ello junto a la puerta siempre encontramos una o dos torres que permiten la ubicación de defensores en plataformas elevadas.
En el caso de una sola torre junto a la puerta, normalmente siempre se construye a la derecha según se entra, por motivos tácticos ya que así el atacante deja descubierto la parte del cuerpo derecha donde porta el arma y no el escudo. Existen varios modelos que se repiten por todo el Mediterráneo:
Puerta en corredor: A partir de ahí se crea un corredor no muy ancho, para que se cree un embudo y no puedan entrar masivamente a la vez varios atacantes.
Puerta en bayoneta: Consiste en crear un muro en ángulo recto que obligue al atacante a girar un ángulo de 90º y así evitar el ataque frontal.
Poternas: Son pequeñas puertas pequeñas que se abren en la muralla y que permiten que los defensores salgan fuera para poder hostigar al enemigo.
Los diferentes trazados de la muralla, también ayudan a reforzarla:
1.                  Rectos: Permite un ataque lateral desde las torres.

2.                  Curvos: Para poder atacar desde las torres y desde los adarves.

3.                  Cremallera: Es una fractura de la línea recta del lienzo para crear pequeños ángulos rectos que posibiliten el enfrentamiento a los hacia los asaltantes tanto de forma frontal como lateral.

Existen dos modelos básicos desde el punto de vista defensivo:
1.                  Defensa pasiva: Recinto fortificado como lugar de refugio para evitar ataques sorpresa y que se caracterizaría por fortificaciones, murallas y torres, solidas, potentes, estáticas, pero muy sencillas. Como el caso de Micenas.
2.                  Defensa activa: Caracterizada por la existencia de elementos complejos en la fortificación como torres huecas, murallas angulosas, que nos hablan de un sistema de combate fundamentado en el combate a las puertas de la ciudad con asedios prolongados, para rendir a los habitantes por hambre o sed, el uso de armamento de guerra como arietes, catapultas, etc.; y que nos hablan de una transformación del arte de la guerra que se produce en el siglo IV a.C. tras el mundo helenístico.




Imagen de un ejemplo de defensa pasiva.


Imagen de un ejemplo de defensa activa.

En el yacimiento de Puente Tablas, en Jaén, encontramos un modelo de oppidum, con muralla de corte púnico.
El único ejemplo que tenemos de ibérico antiguo, es el poblado de El Oral, en San Fulgencio. Aquí encontramos torreones macizos con un zócalo de piedras ciclópeas, y alzado de tapial. Las murallas de tapial, son débiles, motivo por el cual, se piensa que la muralla del Oral fue más simbólica que defensiva.
Además, tiene una muralla con aparejo ciclopeo y alzado de tapial, defensa de tipo pasiva, con dos torreones de tipo emblemático.
Imagen de una parte de la muralla de El Oral.


Imagen de aparejo ciclópeo la base de una muralla de El Oral, de época ibérica antigua.


Imagen de la torre maciza de El Oral, de época ibérica antigua.

Plano de La Picola, en Santa Pola.

La Picola, en Santa Pola, es un ejemplo de Ibérico Pleno –s. IV a.C.-. La versión oficial, nos dice que se trata de un emporio comercial griego, con un fortín cuadrangular con torres en las esquinas. Cuenta también con un foso por delante de la muralla y de un protetchisma, es decir, un antemural que dificulte el paso de la maquinaria y la caballería. Otras corrientes, sin embargo, no están de acuerdo con la teoría del emporio griego, y defienden que en realidad se trata de una fortificación púnica. Estas teorías no están aceptadas a día de hoy, siguen en debate. Además, tenía cuatro torres en los extremos para vigilar el poblado desde una posición de altura.

Bastida y Puig, yacimiento del siglo IV a.C., pertenecientes al Periodo Ibérico Pleno. Tiene un lienzo de muralla en un solo lado del yacimiento, el más descubierto en el farallón sobre el que está el poblado.
Plano de la Bastida.

En el Puig d’Alcoi, los enormes derrumbes compuestos de piedra, visibles todavía, confirman la construcción de la muralla con un aparejo único de mampostería.
Parece, pues, un sistema constructivo de muralla propio del ibérico pleno de las comarcas de l’Alcoià-Comtat, diferente de las fortificaciones de los poblados contestanos costeros, donde la tierra, bien en adobe, bien en tapial, sí está presente en los alzados. Esta vez, no parece tratarse de una diferencia cultural entre dos territorios contestanos, sino simplemente coyuntural, ya que en los poblados citados, todos ubicados a considerable altura, la piedra es muy abundante, mientras que las tierras, arenas y gravas útiles desde el punto de vista constructivo son muy escasas o inexistentes. La Bastida se aparta de esta línea, pues aquí los alzados de la fortificación sí son de adobe, lo que quizá se deba, como ya se ha dicho en el apartado de las técnicas constructivas, a que la Bastida se encuentra en otro valle y en otro entorno geográfico distinto.
Una simple inspección ocular de los restos de la fortificación del Puig d’Alcoi permite comprobar cómo la fábrica de los lienzos es ostensiblemente diferente a la empleada en el gran torreón de la entrada. Éste se construye con un aparejo de mampostería bastante regular, tendente a la ordenación en hiladas, para lo cual se emplean unas piedras de tamaño medio bastante bien escuadradas, sobre todo en las esquinas, calzadas con pequeños ripios; esta mampostería aparece trabada con un mortero de tierra castaña.
Imagen del acceso al Puig de Alcoy, del siglo IV a.C.

Acceso fortificado al Puig de Alcoy, siglo IV a.C. Solo tienen una pequeña entrada fortificada.

El Puntal de Salinas, del siglo IV a.C., es un enclave pequeño, pero totalmente amurallado, tiene una puerta con entrada de codo.
El Puntal de Salinas, las puertas excavadas no presenta una estructura compleja, pues basan su defensa en el efecto embudo que provoca una entrada en corredor o de recubrimiento, complementado por la presencia del gran torreón. Dichas torres forman parte de una alineación ubicada en el frente oeste de la muralla, que, aparte de su función táctica, contribuye a monumentalizar la construcción, sentenciado con este efecto casi escenográfico el poder del grupo aristocrático que dirige el oppidum. Esta a la alineación de tres torres rectangulares que cubren el flanco norte de la muralla.
En este caso, porque, aunque el flanco norte es el más accesible, y por el discurría seguramente la senda de subida al poblado, lo acusado de la pendiente descarta el uso de la maquinaria de guerra o un asalto ordenado de la infantería, contra los que, según los dictados de la poliorcética antigua, actuarían estas alineaciones de torres como elemento adelantado de la cortina.

Plano del Puntal de Salinas, del siglo IV a.C., sigue un urbanismo geomórfico irregular suave.

El Tossal de Manises, en el siglo III a.C., yacimiento ibérico, y posteriormente ciudad romana.
Tiene unos torreones, para la defensa activa del recinto, la puerta oriental se encuentra avanzada para evitar el flanqueo en las entradas. Fue construida en el siglo III a.C., como ciudad cartaginesa, tenía la función de fortín en el camino (la vía Augusta), que fue destruida en el 213. a.C., por los romanos. Durante muchos años, el yacimiento fue interpretado como ibérico, pero se ha situado como púnico.
También podemos encontrar cisternas a “bagnarola” del Tossal de Manises.

La última de estas novedades en este sitio, solar de uno de los oppida contestanos posteriormente romanizado, la que era muralla romana se ha convertido en dos, físicamente adosadas pero cronológicamente separadas por un siglo. La más antigua, que se ha podido datar por la cerámica de barniz negro a fines del s. III a.C., corresponde a una fortificación provista de unos elementos estructurales ajenos al orden ibérico contestano, como el proteichisma, torres huecas tripartitas, abundantes proyectiles de catapulta que delatan la presencia de maquinaria de guerra dispuesta en dichas torres, cisternas con revestimientos de mortero de cal y pavimentos asociados a ellas realizados con el mismo material, entre otros. Se trata, pues, de una fortificación de corte helenístico, proyectada para una estrategia militar también helenística, que no se corresponde con las tácticas de guerra ibéricas que se deducen del registro arqueológico. Todos los indicios apuntan, como aclara M. Olcina en su contribución a esta obra, a la iniciativa bárquida como responsable de esta construcción militar, cuya ubicación frente a Ibiza y proximidad a Qart Hadasht marcan su inclusión en el ámbito de control de la capital cartaginesa.
Plano del Tossal de Manises.

El Tossal de Manises. Los orígenes del asentamiento en el cerro se remontan, por los materiales hallados, a finales del siglo V o inicios del siglo IV a. C. aunque conozcamos poco esta primera fase de ocupación, vinculada dudosamente sólo a escasos vestigios arquitectónicos. El panorama cambia radicalmente en el último tercio del siglo III a. C., momento en el que se data la construcción de una potente fortificación que rodea por completo el yacimiento, dotada de torres y, en algunos tramos, un antemural, que modificará para siempre la faz del yacimiento, determinando las posteriores construcciones y fijando el perímetro de la ciudad posterior.
Destruida esta primera fase urbana a finales de la Segunda Guerra Púnica, en torno al año 200 a. C., el Tossal vivirá un largo período de abandono y dejadez, que comenzará a cambiar a finales del siglo II a. C., cuando se evidencia un nuevo episodio constructivo en el que se reedificarán las murallas, forrando las existentes y erigiendo nuevas torres forradas con sillares, completando el sistema defensivo con la reestructuración del acceso por el lado oriental, el de tierra, en el que se construirá una nueva puerta defendida por una gran torre y por un bastión de grandes dimensiones situado en el extremo sureste del yacimiento.

Imagen de la muralla del Tossal de Manises.


Imagen de cisterna de bañera del Tossal de Manises.

En Cartago Nova, tiene una muralla doble (hay dos líneas de casamatas entre ambas).
Se encontraba dividida en cámaras de tres salas por cada casamata, para evitar que con los terremotos se derrumbase todo el lienzo (torres cosidas en tres).
Otro ejemplo, es el yacimiento de Cerro de las Cabezas, en Valdepeñas (Ciudad Real). Esta fortificación presenta acceso en codo confeccionado mediante módulos tripartitos en las murallas. Se encuentra en el paso del camino a la Meseta a Andalucía.
La Serreta (Alcoy), la fortificación tradicional del siglo III a.C., con influencia púnica. Hay una puerta protegida por un portón, a pesar que la puerta es exagerada a nivel defensivo, ya que el terreno es de muy difícil acceso. Por debajo de la puerta está un sistema de evacuación de agua.
Plano de la entrada a La Serreta de Alcoy.

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