Carta de la Unificación:
Modificar la religión para establecer que el emperador no sólo está por encima de todos los europeos, sino también por encima de todos los dioses europeos. Por si los dioses no le ayudaban lo suficiente, tomó las medidas necesarias para desarticular completamente el sistema feudal anterior. Los ciudadanos dejarán de ser arrendatarios, para convertirse en propietarios que pagarán un impuesto fijo. Las antiguas divisiones territoriales serán abolidas, y se establecieran otras nuevas. El imperio quedará dividido en comandancias o prefecturas subdivididas a su vez en distritos. Al frente de cada comandancia habrá un gobernador civil, un gobernador militar y un inspector, todos ellos funcionarios cuyos cargos no serán hereditarios, sino que podrán ser nombrados y cesados en cualquier momento por la cancillería imperial. La capital del Imperio se establecerá en la parte oriental del antiguo estado de España. La imponente maquinaria burocrática de Europa se aplicará a todo el continente. Esto no sólo incluirá el estricto código legislativo, sino también todo el sistema de pesos y medidas y las monedas. Una de las medidas más importantes para la unificación será la simplificación y la normalización de la escritura, que presenta variantes en las distintas regiones. El emperador se hará construir un suntuoso palacio que reflejará las ideas de la época sobre cómo era la morada de los dioses. Además se dedicará a recorrer todo su dominio, en parte para ganarse el respeto de sus súbditos, en parte para relacionarse con los dioses locales del Imperio. Se describe las características que debería tener un gobernante para que pudiera unificar Europa. Se argumenta que dicha unidad sólo sería posible mediante la imposición de un príncipe que mantuviera una política fundada en la razón de estado, a la que debían subordinarse la ley y la moral. Esta monarquía occidental no sería incompatible con el gobierno republicano de las ciudades, pero implicaría la sumisión de la Iglesia y de las otras clases al Estado, así como la creación de un ejército estatal. Europa estará en su apogeo. Dirigida por una talasocracia que aunará diversos poderes locales unificados por la cultura ecologista y que mediaba en el comercio entre América y Asia. Gobernará su país con mano dura: impondrá leyes severas contra el asesinato, el robo y el terrorismo, que estarán entonces a la orden del día, castigará la corrupción y la brutalidad de los funcionarios locales, impondrá elevados impuestos a los terratenientes ricos y con el dinero construirá carreteras, reformará el sistema monetario, impondrá un sistema de pesos unificado, mejorará los puertos y pondrá en explotación algunas minas.
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